lateral


octubre 2000
Nº 70




Suplemento especial
Cuentos mexicanos

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entrevista

Manuel Rivas
'Mi obra hasta ahora está hecha de harapos cosidos'

(fragmento de la entrevista publicada en Lateral)
CONSUELO RUBIO

Nacido en A Coruña en 1957, Manuel Rivas trabajó en la prensa desde joven. Poeta, narrador y ensayista, entrevistamos al autor en Berlín, en ocasión de una lectura de El lápiz del carpintero. Su traducción en Alemania ha conseguido un éxito sólo comparable al de Javier Marías en un país que muchos consideran la meca del mundo editorial. Ante un auditorio mayoritariamente no gallego ni hispanohablante, se le acentúa su tendencia a explicarse por fábulas. Y es que Rivas se describe a sí mismo como un moderno "cosedor de sombras".

 

Practica lo que usted llama el "contrabando de géneros", pero parece que se siente más cómodo con el relato, con el cuento. Sin embargo, en El lápiz del carpintero ha dado un paso más y ha escrito algo que se acerca a la novela.

Cada época tiene una forma de expresarse y la expresión propia de este mundo de hoy, caótico, tan fragmentado, es el relato. Para buscarle una cierta armonía o sentido a este mundo, que es lo que intenta la literatura, todas las formas de expresión convencionales (el poema, el relato, la novela) son instrumentos válidos. Lo importantte es lo que queremos contar. Creo que nadie puede explicar hoy, teóricamente y de forma cabal, lo que es una novela, un relato, o lo que es un poema. La mirada contempóranea no funciona como en Madame Bovary.

 

El narrador omnisciente...

Sí, además en el siglo xix tenían que aportar mucha información, tenían que contar cómo era el mundo. Se desplazaban en caravana, en carro. Madame Bovary va, digamos, en una diligencia. Hoy vas a otra velocidad; tu forma de mirar es fragmentaria, ya no es lineal ni unidireccional. Por eso creo que hay que intentar reflejar esta percepción contemporánea... Aunque a mí lo que no me gusta son las convenciones: aquí acaba el cuento, aquí empieza la novela. Quisiera saber lo que es el Quijote, por ejemplo. Es una sucesión de historias dentro de la propia historia, unidas por los personajes pero... Es, por cierto, muy moderno. Mucho más moderno que muchas cosas que se están escribiendo ahora.

 

Llama la atención la recurrencia de personajes que, igual un poco disfrazados, se da en varias de sus obras, como personajes fetiche que reaparecen. Imagino su producción como una única gran novela.

Como una serpiente que va dejando camisas por el camino, que cada año muda de piel: cada historia es distinta, pero pertenece a un ciclo. Las mías son historias que crecen de distinta forma, pero existen hilos invisibles entre ellas. Podríamos coserlas y formarían un mismo tapiz. Imperfecto. Me gustan esos tapices baratos que hay en Portugal, llamados farrapos, que se cosen, y están hechos de harapos cosidos.

Mi obra, hasta el momento, tiene esa forma de harapos cosidos.

 

Juan Bonilla dice que el periodismo es su forma de, como escritor, "estar con otros". Usted considera que la escritura es un oficio "nada solitario".¿Qué papel juega para usted el periodismo?

Te mantiene en contacto, con los pies en la tierra. Aunque el momento de escribir es muy importante para el escritor, hay un momento previo: cuando levantas la nariz del papel y eres sensible a lo que te rodea. En mi caso, no puede hacerse una separación radical, no hay una frontera clara entre el periodismo y la literatura.

 

Bueno o malo, el periodismo literario es de una caducidad mucho más obvia.

Hay textos que, aunque se hacen contando sucesos de un tiempo concreto, tienen el mismo valor que un relato, que un cuento. Todo es efímero y el hecho de que escribas en forma de libro no significa que vaya a tener duración. La mirada del periodista tiene que ser literaria, tienes que escribir un reportaje con el mismo cariño con el que escribes un cuento. Dentro del periodismo hay gente que lo entiende. Durante la carrera, tuve profesores que me decían en tono despectivo: "Eso es literatura"; si bien también hay profesionales de la literatura que desprecian el periodismo por considerarlo algo de segundo orden...

 

¿Venden, quizás, la imagen del escritor maldito?

Sí, pasar a la inmortalidad y todo eso, cosas muy tontas. Basta pensar en Mark Twain, Dickens, la literatura española del siglo xx... Valle-Inclán, sin ir más lejos, escribió reportajes de la Segunda Guerra Mundial y crítica de arte. Hay muchísimos escritores vinculados al mundo del periodismo. Decía Bertolt Brecht que los periódicos son los libros de los obreros, y algo hubo de verdad en esa frase.

 

¿Qué opina de las adaptaciones cinematográficas y televisivas? En un artículo aseguraba que "los nuevos medios, el cine y la televisión, favorecen la literatura, empujándola hacia la tierra de nadie, a la frontera, al margen blanco del libro, a ocupar el vacío".

Cada vez aparecen nuevos medios de expresión. Apareció el cine, ahora ya podemos hablar de comunicación virtual. Lo que contaban las novelas decimonónicas hoy lo cuenta mejor una película. Es absurdo, hoy, describir una habitación de manera tradicional, "aquí hay una mesa, allí...". Pero eso no es negativo para la literatura porque la va disfrazando, le exige cada vez mayor profundidad. Joyce, en el Ulises, escribe "la cuestión es la profundidad de vida". Es como medir un pozo para encontrar agua...

 

¿Obliga a ahondar en la búsqueda de lo específicamente literario, algo que el cine no puede dar?

Lo específico varía según la época... Lo que era específico en el siglo xix, ahora ya no lo es. Lo que sí hace es caminar hacia más adentro, buscar, aproximar al lector a lo que puede definirse como la zona secreta del ser humano. Existe una zona secreta, lo que en otros lenguajes llamamos "alma", que nunca podremos profanar..., por mucho que estudien el genoma. Lo que puede hacer la literatura es aproximarse cada vez más, merodear.

 

En ese merodeo, ¿lo tiene más fácil que otros medios, o simplemente es otra forma de expresión?

Es una ventana distinta. Hay un mismo paisaje y diversos ventanales. Puede haber una película que nos provoque una perturbación especial. No estoy de acuerdo con lo de que vale más una imagen que mil palabras. No siento la necesidad de luchar por un terreno propio, a ver si es mejor el cine que la literatura... A mí me gusta muchísimo el cine, y la música. Yo soñaba con el ideal de hacer una película y ahora, en cambio, no tengo ninguna necesidad de ello. Al contrario, no envidio el trabajo del director de cine. Estoy muy contento con mi lápiz. Contaré una anécdota, cuando se rodó la película de La lengua de las mariposas, no pudieron rodar durante dos días porque había niebla y no se levantaban las mariposas. Cuando yo escribí el cuento, las mariposas se levantaban todos los días. Yo no tuve problemas con que se levantaran las mariposas.

(continúa)