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marzo 2001
Nº 75

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Buzón

Estimados señores de Lateral, les escribo esta carta en calidad de lector de su revista, y firmante del manifiesto, en la misma, contra ETA.

Quería responder a la carta del señor Manuel Molins Casaña, porque me pareció llena de mala fe, miopía y contaminada de ese mal ideológico que tanto daño ha hecho (y hace) a la humanidad en el siglo XX.

El señor Molins, tras reconocer su militancia contra la violencia (cosa por la que pasa de puntillas) va realmente al núcleo de su carta: la defensa del nacionalismo.

Como el discurso nacionalista se dan lo que podemos llamar "infracciones del orden", es decir, palabras con un significado democrático (diálogo, no violencia...) son utilizadas para apoyar argumentos no democráticos. Hace años, cuando los trabajadores de Alditrans se concentraban en la puerta de su empresa para pedir la libertad de Aldaya, Deia titulaba "Ofensiva pacifista", dándole al concepto un claro significado bélico. De igual manera, el señor Molins, tras demostrar su fe democrática al estar en contra de la violencia (¡gracias!) arremete contra el PP, en defensa del nacionalismo. Como afirmaba Gabriel Jackson, en un reciente artículo en El País, todo nacionalista ve en el resto "necesariamente" a nacionalistas. Como Fichte, y Arana, piensa que los pueblos constituyen naciones, naciones que, claro está, son excluyentes unas con otras. Naciones que por fuerza acabarán "nacionalizando" el territorio. Para el señor Molins, el PP no sería más que un partido "españolista" lo q ue ya lo descalifica de por sí. Da igual qué defienda o cuál sea su doctrina, lo importante es que es español, desnacionalizador en el mejor de los casos, nacionalista español en el peor. A continuación, el señor Molins niega que se produzca un verdadero debate en torno a la violencia. Mejor sería decir "con" la violencia. Ahora bien, ¿cómo debatir con ella? ¿Acaso pudo discutir Ernest Lluch con su asesino? No hay debate porque la otra parte no plantea una discusión, como máximo una simple negociación de capitulación, donde la democracia está ya lejos de su etnonacionalismo.

Supongo que el señor Molins hace una demostración de fe patriótica atacando a ese Leviatán, ese Estado (metáfora de lo que podríamos entender España) que oprime, esa "cárcel de naciones" (como dijeron de Austria-Hungría). Para él, ese Estado está representado por Aznar, al que pasa a negarle cualquier tipo de legitimidad en el debate de la defensa de las libertades. Primero porque no defendió antes la Constitución, en su juventud, ¡bendita evolución! Deseo que todas aquellas personas que en su juventud militen en una derecha reaccionaria evolucionen hacia el liberalismo. Sería como quitar legitimidad a Juaristi o a Patxo Unzueta para hablar de ETA, porque ellos no tienen "el pedigrí democrático", ya que en su juventud militaron en ella. Desde que conozco la figura política de Aznar no le he visto ningún intento de vulnerar derechos o libertades, lo que constituye una evolución fabulosa si tenemos en cuenta la tradición de que ha impregnado a la derecha española desde la Restauración hasta la Democracia. NO haré de Aznar un Martín Luther King por su defensa de las libertades en el pasado, pero es justo reconocerle en estos momentos una firmeza democrática (sí, señor Molins, democrática, no todo lo que se define como español es autoritario ni todo lo nacionalista periférico es demócrata) en defensa de las libertades, junto con amplios sectores de la izquierda (en la cual me incluyo), que ven en el etnonacionalismo un movimiento nacionalsocialista (de EH-ETA) (culto a la violencia, culto a la juventud, concepción no partidista sino de movimiento...) lleno de nacionalismo, barbarie y vulneración de los derechos humanos.

Pasaré por alto su alusión a "personajillos con bigote" como un intento burdo de asociar a Aznar con Adolf Hitler. Pero lo que me llama la atención es que implícitamente traslade la responsabilidad de la situación del PP, al reclamar un debate de la política antidiálogo gubernamental. Dialogar con quién, de qué, de la autodeterminación (mejor sería decir "auto de terminación" P. Unzueta), acaso no se autodeterminan los individuos con sus voto.

¿Para cuándo una autodeterminación individual, a la manera del austromarxismo? Sin entrar en disquisiciones doctrinales, sólo he querido destacar mi más absoluto rechazo a la posición del señor Molins Casaña, ni ETA ni PP, ni víctimas, ni verdugos, que termina (y la historia lo demuestra) en ser una coartada implícita de los asesinos. Si ciudadanos vascos, por el mero hecho de ser nacionalistas, cayeran abatidos por una suerte de BVE, me opondría a ellos con todas mis fuerzas, pero como son concejales del PP, los que caen abatidos, me parece una ironía su "ni ETA ni PP". Porque el debate no es ni ser nacionalista de uno u otro bando, sino si ser demócrata (pero de verdad, sin la coletilla nacional) o no serlo.

Hay una obra de teatro en la que tras la primera guerra mundial, los soldados del ejército austro-húngaro se separan y cada uno echa un puñado de tierra al Imperio para marchar a su casa. El checo irá a la República Checoslovaca, el croata a Yugoslavia y un judío se queda llorando, preguntándose ¿dónde voy yo? Los estados plurinacionales son una bendición. Por último, dar mi enhorabuena a Lateral por su labor militante en defensa del multiculturalismo, su nacionalismo (ya sea catalán, español, etc.) y de la democracia, entendida como régimen en el que se respetan los derechos humanos y existe una convivencia cívica en razonable nivel de libertad. Calificar Lateral de panfleto pre PP es estar muy confundido en términos ideológicos.

A. Sánchez