Narrativa hispánica
LECCIONES PARA NA LIBRE MUERTA
Mario Bellatin
Anagrama
Barcelona, 2005
134 págs., 12 e
Mario Bellatin produce siempre el
mismo asombro, y no sólo por sus planteamientos originales.
Sus libros tienen la hechura de los textos clásicos,
esa virtud de definición imposible. Y no les extrañe
a ustedes que Bellatin sea algún día elevado
a la categoría de clásico, si es que no lo es
ya en algún lado.
Dicho lo cual me atreveré a invitarles a la lectura
de otra de sus espléndidas novelas, o como deban calificarse
sus Lecciones para una liebre muerta, entramado de historias
y laberintos que se excluyen y se cruzan y en el que lo mismo
asistimos a un comentario del “cuadernillo de las cosas
difíciles de explicar”, obra de un poeta ciego
adoptado por una familia de pescadores, que a la peripecia
de un escritor, trasunto probable de Bellatin, que trata de
buscar un rincón de paz en el mundo, o a la historia
de Margo Glantz y la mujer que pretendía alimentarle
la perra clandestinamente. A todo lo cual pueden sumar las
elucubraciones de un paseante –el propio Bellatin de
nuevo, víctima de la talidomida y propietario de una
mano artificial Otto Bock– sobre las habilidades narrativas
de sergio pitol (sic) o la historia de los mellizos Kuhn,
a quienes les faltan las extremidades y que ya aparecían
–en ocasiones de forma casi textual– en otro libro
anterior, Flores (Anagrama, 2004).
Claro, contado así todo esto podía dar pie –a
pesar de su evidente encanto– a una obra chapucera pero,
como decíamos, lo que importa de este libro –además
de su riqueza de registros– son la destreza y el oficio
de Bellatin, capaces de convertir los planteamientos más
inverosímiles en auténticos prodigios de artesanía
literaria. En fin, quizás lo más sensato sea
guardar silencio y cederle la palabra al propio autor, aunque
hay que prevenir que en su caso, como sucede con la mayor
parte de los clásicos fuera de Sterne o De Quincey,
el todo es más que la suma de las partes: “Cuando
el traductor se enfrentó al texto original de Thomas
Mann, constató que sus antecesores habían omitido
párrafos enteros. Desde entonces se jactaba de que
previamente nadie había leído nunca la verdadera
versión de Muerte en Venecia”. Pues bien, ahora
tenemos la oportunidad de leer una “verdadera historia”
de Bellatin. Que ustedes la disfruten.
JAVIER OZÓN
CARRERAR Y FRACASI
Daniel Guebel
Caballo de Troya
Madrid, 2004
384 págs., 15 e
Se trata de la primera novela aparecida
en España del narrador, periodista y guionista Daniel
Guebel (Buenos Aires, 1956), al que se suele incluir en la
promoción de escritores argentinos que empezaron a
publicar en los años noventa. Carrera y Fracassi se
revela como un artefacto narrativo poderoso, desmesurado y,
en ocasiones, desaforado, en el que la habilidad estilística
del autor queda absolutamente fuera de toda duda y se logra
un texto sólido y permanentemente trufado de melancolía,
expresionismo, banalidad, ternura y un punto de desquiciamiento
más que notable. Las variadas, a veces prolijas y siempre
tragicómicas peripecias de dos deslucidos viajantes
de comercio, antagónicos pero amigos, llenan las cerca
de 400 páginas que constituyen este relato sorprendente
en el que los dos personajes masculinos sobre los que recae
la acción van evolucionando y enriqueciéndose
–psicológicamente tan sólo, pese a sus
deseos– ante nuestros ojos.
Guebel profundiza especialmente en el patetismo de Carrera,
y los dos amigos (y la atmósfera de vulgaridad y grisura
contra la que luchan sin armas) son héroes de la mediocridad
que recuerdan en algo a los personajes de las novelas de Luis
Landero. En realidad, toda la novela se encuentra plagada
de trazas literarias bien ensambladas y que contribuyen a
dotarla de personalidad propia. Tratar de desarrollar aquí
la trama sería imposible: baste decir que nos enfrentamos
a una auténtica catarata de aventuras de diversa índole
(sentimentales, picarescas, oníricas, mefistofélicas,
kafkianas...) irremediablemente abocadas a un fracaso perpetuo
pese a los denodados esfuerzos por prosperar del bondadoso
Carrera y del sinvergüenza de Fracassi, cuyas desventuradas
trayectorias corren parejas con esa aguda crisis económica
argentina que constituye el telón de fondo de la historia.
Éste es un buen libro en el que hay mucho de excesivo
y exuberante, desde los diálogos –ágiles
y ocurrentes– a las descripciones –un punto enloquecidas
pero agudísimas y de gran plasticidad y comicidad cuando
la escena lo requiere–, sin olvidar la inclusión
sorpresiva de un par de elementos sobrenaturales y ese final
casi lírico con los dos amigos propulsados por un cohete
a la mismísima Luna. La Tierra, nos tememos, no es
digna de la magnanimidad del noble Carrera ni de la malgastada
astucia del ladino. Fracassi.
ANA SOUSA
MARIANA Y LOS COMANCHES
Ednodio Quintero
Candaya
Canet de Mar, 2004
223 págs., 14 e
Cuando Edmundo Bracamonte, escritor
comanche y protagonista de Mariana..., decide penetrar en
las sinuosidades de un viejo manuscrito hallado al donaire
del azar, lo anima la intención diletante que impone
una misteriosa cita con una mujer desconocida que demanda
un encuentro en el café Comanche, escenario de pretéritas
pullas y malogradas reuniones. Bajo este cañamazo argumental
y tejido de intenciones, el escritor venezolano Ednodio Quintero,
acumulador de premios en su país e inédito hasta
la fecha en el nuestro, propone un ejercicio novelesco donde
los siempre difusos límites de lo que fue y lo que
es, de lo real y lo inventado, de lo posible y lo acaso únicamente
imaginado, se ultrapasan con la pericia del artesano que domina
las técnicas del oficio y con el talentoso descaro
del demiurgo. Y es que paralelamente al avance de la lectura
que el protagonista realiza de su obra olvidada, avanzan también
las inquietudes, los difusos recuerdos de antiguas experiencias,
anegadas por el impacto amnésico de un accidente, la
retrospección obligada que Bracamonte realizará
en pos de un explicación plausible de los porqués
que lo llevaron a construir ese relato olvidado y en el presente
narrativo hallado. ¿Qué influjo tiene la vida
pasada sobre la creación literaria? O acaso ¿es
la ficción literaria la que moldea con falsas realidades
la propia vida?, preguntas que subyacen en el texto de Quintero
y que emergen con la fuerza del paisaje andino donde, en un
tiempo más propio de vetustos mitos, pasaron la infancia
Mariana y Edmundo.
La novela dentro de la novela plantea el clásico supuesto
del triángulo amoroso, triángulo cuyos tres
vértices se recorren con el frenesí que imponen
los caminos de la pasión juvenil y del descubrimiento
sexual. Esta situación triangular se hace insostenible
y explota cuando el azar se encarga de reunir a los tres personajes
en la prisión infranqueable de una isla, recinto de
clausura que mucho tiene de aquella otra clausura que era
la Santa María onettiana, y no porque los recortados
abismos de aquélla se asemejen a la planicie polvorienta
y fluvial de ésta, sino por el tono desasosegante,
de infernal reclusión e inquina repetición –es
el infierno una continua repetición apostilla con frecuencia
el narrador– que domina a los personajes.
Quintero hechiza con una prosa que muestra y difumina con
sapiencia aquello que se dice y se esconde hasta el momento
justo; recursos que hallan la rendición incondicional
de un lector que se ve atrapado por ese texto repleto de sutiles
matices que es Mariana... Una prosa directa y concisa que
acaso sin casi proponérselo trasciende lo explícito
para sumergirse en las profundidades del alma humana.
ÓSCAR CARREÑO
TODO TIEMPO FUTURO FUE PEOR
Raúl Brasca
Thule Ediciones
Barcelona, 2004
108 págs., 14,50 e
El difícil trabajo de escribir
un artículo más largo que el texto reseñado
comienza con la lectura de los primeros microcuentos de Brasca.
Para abarcar sus cuentos, cual Aquiles en la paradoja de Zenón,
podríamos tardar siglos y rellenar muchas páginas
sin acercarnos siquiera a la mitad del cuento. El microcuento
es una patología del siglo, de la mano del chiste y
de la columna del periódico, los textos saltan entre
el presente y el pasado prediciendo o lamentándose
de lo que vendrá, como el mismo título del libro
indica. Todo tiempo futuro fue peor habla del desencanto del
momento. El siglo como los cuentos pasan tan veloces que en
pocos momentos ya son antiguos, anteriores. Incluso lo que
vendrá, el “futuro” que dice el título,
es tan breve que en el momento en que es pensado forma ya
parte del pasado.
Las repeticiones son necesarias, repetir a Borges que repitió
a Chuang-Tzu, repetir a Piñeira, a Di Benedetto, pero
siempre con temas nuevos, historias distintas, personalidades
diferentes, como si el acto de escritura estuviera emparentado
con la esquizofrenia. Raúl Brasca investiga con sus
microcuentos caminos que otros cuentos, novelas y ensayos
más extensos recorrieron ya, pero inyectándoles
ese virus de lo vertiginoso, pero al mismo tiempo y lo efímero.
La editorial Thule ha decidido darle al libro de microcuentos
una brevedad envidiable y un diseño trabajado. El propio
libro, como objeto, está así mismo pensado como
un cuento breve.
El difícil trabajo de escribir un microcuento consiste
en convertir en palabras inmóviles ese futuro que se
convierte velozmente en pasado, esos textos que vienen de
la mano del chiste y de la columna de breves, y plasmarlos
en historias que como la tortuga de Zenón vencerán
a nuestro reseñista Aquiles.
Para muestra de la destreza de Brasca, su microcuento “El
fin del mundo”: “En realidad, ya está ocurriendo:
el cielo cada vez más descolorido, los mares más
transparentes, los objetos menos diferenciables. Es la película
que se vela lenta pero sostenidamente.”
MIGUEL ESQUIROL RÍOS
Literatura extranjera
CADA HOMBRE ES UNA RAZA
Mia Couto
Trad. de Mario Morales
Alfaguara
Madrid, 2004
174 págs., 16 e
El primero de los once relatos de
este libro es una obra maestra: una historia nuestra, siendo
nosotros el pueblo, la gente de Mozambique. Se trata del relato
de una mujer jorobada que habla con las estatuas y pretende
curar sus cicatrices, que ama las piedras, que fue, dicen,
una Penélope que aguardaba el retorno de su amor, y
que pide permiso para querer a alguien después de que
éste haya muerto suicidándose con todo lo que
esto representa en nuestro barrio (“¿Morir así?
Más vale fallecer”, dice un personaje); una historia
real y mágica con un final que tanto puede deberse
a la respuesta de quien se apiada de ella como a la justicia
de obligado retorno. Rosa Caramela es un personaje imborrable
que aparece en poco más de diez páginas para
quedarse para siempre con nosotros. Una anciana cuyos ojos
son insuficientes porque cargan “ese redondo cansancio
de haber soñado”, capaz de acurrucarse en “el
consuelo del peldaño” para que la piedra sostenga
su desencanto, que limpia en los escalones el claro de luna
y que llora “en un murmullo de aguas oscuras”.
Una vez destapado el tarro de las esencias, los demás
cuentos no nos resultan tan contundentes, pero sí lo
es el mundo de Mia Couto, un mundo “lleno de países,
la mayor parte de ellos extranjeros”. Porque sólo
en África, territorio con un vínculo tan especial
con la literatura como el que relaciona a la metáfora
con la realidad, puede tener lugar su lenguaje, sus imágenes,
con las que va tejiendo la vida sobre la piel de su país,
por el que siente una ternura infinita. Y así, el lector
goza de la suerte de poder leer para viajar por una tierra
en la que un niño mata al tío que le crió
para superar su complejo de Edipo, una mujer entierra al marido
adúltero sin cerrarle los ojos, los hombres blancos
sólo perciben las cagadas que deja a su paso un vendedor
de pájaros, un criado sufre todas las emociones descritas
en un diccionario de sentimientos ante su ama rusa, o un pescador
utiliza sus ojos (“dos pozos bebidos por el sol”)
como cebo. Esto, y mucho más, descrito con ideas que
resumen fabulosamente: “Vengador sin carrera, le pedía
ayuda al odio”, “encendió la pipa y, por
la ventana, fumó el paisaje entero”, “parecía
tener el corazón en un bostezo”, “por ahí
sólo el viento se paseaba, aguamente”, “desde
pequeño, se había dedicado a las ausencias,
paralelo al cielo”, “esperó varios silencios”,
“se quedó atisbando, emboscada en sus propios
ojos”, “de repente, ellas no eran más que
un soplo de labios olvidados” o “yo sentía
que la piel llegaba a los nervios”. Y muchas más,
hasta terminar concluyendo que “el destino del sol es
no ser mirado nunca”. Así es África, y
así este gran escritor que nos pone en la tesitura
de preguntarnos, cada dos por tres, cómo se le ha podido
ocurrir esto que estoy leyendo.
RICARDO MARTÍNEZ LLORCA
LA CALMA
Attila Bartis
Trad. de Adan Kovacsics
El Acantilado
Barcelonal, 2003
329 págs., 17 e
El infierno, en la novela La calma
del húngaro Attila Bartis (1968), es un país
cerrado como una cárcel. Los personajes que rodean
al narrador y protagonista de este libro, durante el régimen
comunista en Hungría, tienen destinos turbulentos:
su padre es un agente de la policía secreta que se
fuga a los Estados Unidos; la hermana del narrador, violinista,
no soporta la atmósfera asfixiante y también
huye de Hungría para buscar asilo político en
Occidente. Era una práctica habitual que el partido
comunista castigara a toda la familia por las infracciones
de sus parientes. El castigo que las autoridades del país
imponen a la madre del narrador, célebre actriz, es
la prohibición de actuar. Para salvarse ella intenta
demostrar su arrepentimiento simulando el entierro de su hija,
pero las autoridades políticas se ríen en su
cara sin modificar el veredicto. Entonces, la madre se encierra
en su casa obligando a su hijo a seguir su ejemplo. De este
modo ese hogar asfixiante se convierte en una poderosa metáfora
de la sociedad comunista.
Así es el infierno, pues: un país cerrado a
cal y canto, como una prisión. El infierno comunista,
parece decir el autor, es la tortura que produce la humillación
cotidiana y el suplicio de la mentira omnipresente de las
que no hay huida posible. Es en esa cárcel infernal
donde el régimen totalitario desencadena sus persecuciones
sin fin. Pero los individuos intentan demostrarse a sí
mismos que, a pesar de todo, son libres, aunque sea parcialmente,
y llevan a cabo actos de libertad en la única esfera
que la represión del régimen les permite: en
la intimidad. Así, las fiestas desenfrenadas, el ménage
à trois y el incesto se suceden. Y ¿los que
huyeron? Nadie escapa al infierno, parece decir el autor:
tras la fuga, tanto el padre del narrador como su hermana
acaban suicidándose.
Al final de la novela, tras su paso por el purgatorio del
poscomunismo, el protagonista entrevé la posibilidad
de ascender al paraíso, de la mano de su Beatriz. Una
Beatriz sin gloria. Porque comparado con la pérfida
anomalía del régimen comunista, la mayor banalidad
parece el paraíso. El protagonista no desea más
que el matrimonio, un hijo, un trabajo y una casa. Sin embargo,
no nos engañemos, ese escenario humilde sólo
cobrará sentido si está enmarcado por el lujoso
telón de la libertad. La calma de Attila Bartis, traducida
con su maestría habitual por Adan Kovacsics, está
considerada como una de las novelas más significativas
de la Hungría poscomunista. Es mérito de la
editorial El Acantilado la publicación de novelas tan
substanciales como ésta, provenientes de esa otra Europa
cuya historia reciente tanto difiere de la occidental.
MONIKA ZGUSTOVÁ
EL LECTOR DE BAGDAD
Jabbar Yassin Hussin
Trad. de Francisco del Río Sánchez
y Abdelrahim Mahmoud El Shafi
Siruela
Madrid, 2004
108 págs., 14 e
Como si de un lector de Las ciudades
invisibles de Italo Calvino se tratara, Jabbar Yassin Hussin
recrea la idea de la atemporalidad de la ciudad y se detiene
en sus signos existenciales, en su fugas, en sus vacíos
cotidianos y por ello, en la colección de cuentos de
El lector de Bagdad, Bagdad representa mucho más que
un espacio narrativo. Tanto es así que aunque en ocasiones
la acción ni siquiera se desarrolla allí aunque
el narrador siempre va en su búsqueda mediante la misteriosa
visita de desconocido, unas fotografías guardadas,
un manuscrito hallado en un antiguo monasterio o unas piedras
fosilizadas; imágenes todas de un recuerdo escondido
que se transforma en ritual para evocar la ciudad una y otra
vez.
A lo largo de la lectura de los relatos, las coordenadas se
van difuminando: “Hay momentos en los que al recorrer
las ciudades, no sabemos adónde nos conducen nuestros
pies. Siempre me gustó andar por llanuras que se asemejan
a las de mi país, a paso lento y con la mente cargada
de recuerdos (…)”; así comienza el primer
cuento de El lector de Bagdad, un onírico relato que
alude a los mundos de fantasía que crea el lector con
el simple gesto de abrir un libro. La reminiscencia de la
ciudad que está entre el Tigris y el Éufrates
es como un imán que magnetiza o repele al caminante:
que lo lleva a un diminuto apartamento en Poitiers, o a un
cementerio en La Mothe, o frente al mar de Basora, o yendo
a parar a una imaginaria ciudad llamada Buenos Aires.
Precisamente en el último cuento de El lector de Bagdad,
Yassin Hussin cierra el círculo que nos acerca a otras
ciudades y lo hace tomando como protagonista al sabio Averroes,
quien parece no haber desaparecido inexplicablemente como
nos indica el cuento de El Aleph, sino que cuenta haber estado
en sueños en Buenos Aires (una ciudad que nunca ha
visto) con la complicidad de un bibliotecario ciego llamado
Borges: un lector iluminado, capaz de guardar la memoria del
mundo en los libros antiguos.
De modo que a lo largo de la obra, la ciudad se va haciendo
infinita y aunque destruida una y otra vez por la cólera
de sus enemigos, revive con intensidad ante el maravillado
lector que la ve renacer de sus cenizas, de sus diversas muertes.
MARCELA RESTOM
Literatura catalana
CONTES AMB FORMA DE L
Miquel de Palol
Raixa, Ed. Moll
Barcelona 2005
207 págs., 12 e
Un collage de cuentos es lo que nos
presenta Palol en su continuación al ciclo “Exercicis
sobre el punt de vista”, iniciado con la nouvelle Tots
els ets i uts. Contes en forma de L (o “Figuracions”
o “Terpsicore”, musa de la danza) recoge 29 ejercicios
geométrico-literarios de alta precisión narrativa
que acaban fusionándose en una especie de novela fragmentada.
La mayoría de los relatos aparecen encabezados por
el dibujo de una red a la vez figura geométrica que
estampa el sentido de las líneas de comunicación
que se dan entre los personajes. Palol ha “enganchado”
una serie de cuentos que van desde la recuperación
de mitos griegos y bíblicos hasta el suspense psicológico,
de la ciencia-ficción hasta la pornografía,
utilizando los diferentes registros lingüísticos
y cambios de estilo que sean necesarios. En algunos su narrativa
parece no tener límites: inventa una lengua incomprensible
propia de un mundo supraestelar; incluye cartas, canciones
y poemas; en el ataque-respuesta a Salomé usa la parte
más violenta y descarnada de la lengua. En cambio,
en otros relatos, adopta un habla mucho más cercana
y relajada. Este juego ya se nos plantea en la cita de Nietzsche
que abre el libro: “el artista es aquel que siente como
contenido, como cosa en sí, aquello que los no artistas
llaman forma”.
Unos cuentos que, por encima de todo, plantean aspectos oscuros
del ser humano, a veces de forma repetitiva y poco atractiva.
Comparten entre sí algún que otro leitmotiv
y están bajo un mismo denominador común, ese
halo de visión pesimista de la realidad que no deja
salida. En la mayoría de los casos, la única
posibilidad de comunicación es el sexo. Acto seguido,
lo que queda es el vacío y el egoísmo individual.
Los relatos ganan cuando se nos plantea el tema de la imposibilidad
de comunicación y el problema de la identidad del ser
humano, sobre todo cuando lo hace mezclando el suspense y
el humor amargo. Pero cuando el lector menos se lo espera,
nos coloca a todos en un mismo saco, con nuestros pros y nuestros
contras, bajo la famosa canción de Vera Lynn “We’ll
meet again… some sunny day”. Con esta escena donde
todos los personajes del libro podrían estar cantando
a coro al estilo de un musical, Palol cierra el libro y parece
dejarnos un regusto más bien dulce de la existencia
humana. Aunque, en el fondo, lo que hace es maquillar la ambición
personal y la absurdidad del juicio al otro para salvar la
integridad del yo.
ESTER PINO ESTIVILL
Poesía
CRETA LATERAL TRAVELLING
Agustín Fernández
Mallo
La Bolsa de Pipas
Barcelona, 2004
91 págs., 7 e
Creta lateral travelling es una lenta
bajada –¿en forma de travelling lateral?–
por las esferas de la poesía no trillada, allí
donde el lenguaje se exhibe en toda su decadente grandeza.
El libro de Agustín Fernández Mallo (La Coruña,
1967) es un compuesto lírico altamente estupefaciente.
De prescripción obligatoria para todos los aficionados
a la poesía “incorrecta”, a todos los espíritus
curtidos del facilismo tan en boga hoy en día. Los
símbolos gráficos y las ecuaciones matemáticas
que acompañan las palabras de obediencia técnica
participan naturalmente de la concentración y de la
eficacia del producto.
De hecho, el autor, físico de formación, intenta
echar al hilo de su escritura alucinada los cimientos de lo
que él llama “la poesía post-poética”,
simbiosis de ciencia y poesía (cuyos principios teóricos-fundacionales
expuso en el nº 120 de Lateral en un artículo-manifiesto
titulado “Hacia un nuevo paradigma”). Lo menos
que puede decirse es que lo logra con brillantez, inscribiéndose
en la tradición de Lucrecio o Wittgenstein.
Estructurado como un retorno, una bajada en varios niveles,
se podría haber pensado que la caída acabaría
en el nivel 0, cuando el autor deja de recordar, en el instante
preciso en que la enfermera de servicio le corta el cordón
umbilical... pues no: el descenso termina en el 3, en la exaltación
del yo que acaba de nacer. Sin embargo, todo había
empezado bien, en el nivel 61, en la dulzura de una certidumbre
ineludible: la mancha que deja la silueta del autor en las
sábanas de lino se hace cada vez más oscura...
Ahora bien: ¿qué hay más allá
de la perfección? ¿la cara de Dios tiene algún
eje?... La obra de (San) Agustín responde a todo en
un dédalo de sensaciones y emociones, teniendo siempre
como telón de fondo a Creta, la isla de todas las fantasmagorías,
cuna de una civilización fuera de lo común desaparecida
inexplicablemente 1500 años antes de Cristo.
Creta lateral travelling obtuvo hace unos meses el primer
premio Café Mon (Palma de Mallorca) ¿Sorprendente
(dado su carácter atípico)? Posiblemente...
En todo caso, alegrémonos. Existen, en el País
de la Poesía de la Experiencia, algunos focos de rebelión,
donde no se consideran las vanguardias históricas como
un episodio fugaz e irrelevante de la cultura del siglo xx.
ÓSCAR VILA
POESÍA COMPLETA
Dylan Thomas
Trad. de Margarita Ardanaz
Morán
Visor
Valencia, 2004
419 págs., 16 e
Apenas cinco libros separan a Dylan
Thomas (1914-1953) de nosotros, pero ésa es una distancia
intransitable. Su obra, ampliamente divulgada, lo ha llevado
a ser considerado una de las influencias más notables
en la poesía anglosajona del s. xx. Quizás por
ello puede encontrarse en español gran parte de su
producción, aunque en versiones y antologías
que en su mayoría suelen apostar por los libros o poemas
más accesibles. Clásicos como Poem in october,
Oh make me a mask o Fern Hill están por lo tanto a
disposición del lector en más de una versión.
Hacía (y hace) falta, sin embargo, una edición
crítica de la obra en conjunto. Por ello, digamos en
principio que es saludable la reciente publicación
de la Poesía completa, que acaba de sacar a la luz
Visor: una herramienta indispensable para el reconocimiento
de la obra de Thomas.
Dotada de una oralidad que bucea en las tradiciones celtas
y galesas, un misticismo que tiene tanto de religioso como
de pagano y un manejo del ritmo pocas veces igualado en lengua
inglesa, el rasgo más singular de los versos del autor
galés radica justamente en esa poderosa simbiosis que
contiene los mas diversos significados y las más diversas
lecturas. De todo ello, sin embargo, se puede extraer el sentido
más intimo de la poesía en cuanto a artefacto
de comunicación: un sentimiento que, catapultado desde
sus palabras, se condensa en el aire, hermoso e indefinido
como niebla. Por todo ello es entendible que la labor de traducción
de los poemas del autor galés sea particularmente difícil.
La presente versión, de Margarita Ardanaz Morán
es, en ese sentido, irregular. Peca por los extremos. Va desde
un audacia que la lleva a suprimir expresiones significativas
completas (tercer verso de Do not go gentle into that good
night) o a limitarse a una errática literalidad (primera
estrofa de Love in the Asylum). Más allá de
estas y otras inexactitudes, que siempre pueden ampararse
en la naturaleza interpretativa de toda traducción,
es de lamentar lo que suponemos cierto descuido en la corrección
(título y primera línea de Light breaks where
no sun shines) así como la escasa información
adicional que trae el volumen en cuestión. Apenas una
breve introducción de la traductora que resulta bastante
poco satisfactoria para el lector interesado.
Muy respetable la labor de Visor, aunque creemos que la Poesía
completa de Dylan Thomas se merece aún mayores esfuerzos.
JAIME RODRÍGUEZ Z.
Ensayo
SUBCULTURA:
el significado del estilo
Dick Hebdige
Trad. de Carles Roche Suárez
Paidós
Barcelona, 2004
259 págs., 15 e
Con un título muy afortunado,
Subculturas es un clásico de los estudios culturales
sobre los movimientos juveniles de la segunda mitad del siglo
xx que prolonga la contribución de su autor sobre los
mods en el volumen colectivo “Resistance through rituals”.
Hebdige amplia su análisis para abarcar a los teddy-boys,
la cultura mod y su derivación skin-head, el reagie,
el fenómeno punk y el glam rock, con unas escasas menciones
a los heavies.
Hebdige es una figura destacada de la Escuela de Birmingham,
fundadora de los estudios culturales, y participa de sus referentes
teóricos: el estructuralismo y el marxismo. De este
modo se propone analizar el fenómeno de las subculturas,
continuando la tarea de su mentor Stuart Hall, no a partir
de un estudio etnográfico conducido por observación
participante sino de un análisis del fenómeno
desde la semiótica de Roland Barthes y la perspectiva
gramsciana de la hegemonía.
Este proyecto se concreta en el análisis sucesivo de
la posición problemática que las diversas subculturas
adoptaron en relación a tres ejes fundamentales de
la identidad: la clase social, la identidad étnica
y, en menor medida, el género. En relación a
la clase social, es ejemplar el análisis de la actitud
ascendente de los mods y la descendente de los skins; aunque
en lo que se refiere a la influencia étnica exagera
al formular la tesis de “El imperio contraataca”
según la cual el conjunto de las subculturas se define
por una reapropiación, aún inconsciente, de
la cultura de los negros antillanos.
Subculturas se escribió entre 1976 y 1979, exactamente
los años de vida del punk, al que concede mucha importancia,
confiando un excesivo optimismo en el potencial subversivo
de la trasgresión cultural. Otros textos contemporáneos
han completado el cuadro subcultural incorporando movimientos
posteriores como los asociados a la música electrónica,
el rock independiente o la amplia galaxia hip hop. No obstante,
Subculturas es un libro fundamental para conocer aquello que
Greil Marcus denominó “la historia secreta del
siglo xx”.
BREIXO HARGUINDEY
LA REBELIÓN DE LAS FORMAS
Jorge Wagensberg
Tusquets editores
Barcelona, 2004
318 págs., 18 e
En este país, si la ciencia
ha disfrutado de algún tipo de popularidad ha sido
a través de la ciencia ficción. Pero el trabajo
científico más ortodoxo casi siempre ha vivido
replegado en un rincón difícil de penetrar y
muy poco amigo de la divulgación. En estos últimos
años hemos vivido un proceso de descompresión
de este mundo hermético dando lugar a comunicadores
científicos que empiezan ya a gozar de cierto reconocimiento
público. Entre los más aventajados se encuentra
Jorge Wagensberg, autor de este libro, además de director
del museo de la ciencia de Barcelona, rebautizado como Cosmocaixa.
Muchos de los citados divulgadores, al tratar temas poco gratos
y difíciles de entender para el neófito, ven
en esta actitud didáctica un arma para hacer frente
al rechazo que puede provocar la dificultad.
La cantidad de ejemplos que contiene La rebelión de
las formas es buena muestra de este proceder: próximos,
cultos, del propio autor, copiados, del Cosmocaixa, todo con
la finalidad de hacer comprensible conceptos complicados.
Explicar la selección natural es la tarea que realiza
la primera parte del libro. El elemento clave alrededor del
cual gira toda la argumentación es la teoría
evolucionista, aunque no únicamente referida a los
seres vivos, sino también a los seres inertes y a la
cultura humana. En los tres frentes, las armas utilizadas
para combatir la incertidumbre, coinciden. Para demostrarlo
está la segunda parte del libro. En ella se presenta
todo un catálogo de formas simples (hexágono,
espiral, catenaria…) que cumplen la misma función
en cada una de las tres esferas tratadas. Uno de los ejemplos
que utiliza para demostrar la selección cultural es
la arquitectura de Gaudí, la cual, se erige como el
tipo de arquitectura que mejor combate los problemas externos
e internos, la llamada incertidumbre.
Destaca la gran capacidad para aglutinar un gran conjunto
de conocimientos dispares y hacerlos converger en su discurso.
CARLES MARTÍ
LA CORTE DEL ZAR ROJO
Simon Sebag Montefiore
Trad. de Teófilo
de Lozoya
Crítica
Barcelona, 2004
854 págs., 29 e
Iosiv Stalin ha sido, por muy amargo
que sea tener que admitirlo, la figura política más
decisiva del siglo xx. No sólo controló la vida
de millones de compatriotas –y decidió la muerte
de una buena cantidad de ellos–, sino que sus deseos
eran órdenes para los Comités Centrales de los
partidos comunistas de todo el mundo. Odiado, adorado, temido,
venerado, el “Padrecito” Stalin fue una especie
de engendro llegado del pasado, un dictador sanguinario y
en ocasiones magnánimo, un hombre de una inteligencia
muy notable y una memoria prodigiosa, un trabajador infatigable
–como buena parte de sus pavorosos jerarcas– y
un lector voraz y atentísimo, un paranoico que conocía
al detalle aspectos superfluos de su gobierno y que sin embargo
ignoraba datos fundamentales para el desarrollo del país:
una bestia despiadada que, a pesar de todo, fascinó
a millones de personas. Un aparente enigma, en suma. Simon
Sebag Montefiore ha querido ir más allá de ese
enigma y en su La corte del zar rojo –una renovada “parada
de los monstruos”– nos ofrece una imagen más
íntima y compleja del dictador y su círculo
desde comienzos de los años 30, la fecha del suicidio
de Nadia, la complicada e histérica esposa a la que
tanto amaba, y la muerte del Vozhd en marzo de 1953. Son dos
décadas fascinantes y aterradoras son los años
del “gran terror”, de las hambrunas, de los planes
quinquenales, de los grandes juicios, de las purgas, del pacto
con Hitler, de la Gran Guerra Patriótica, de la derrota
nazi; son los años en los que el crédito cosechado
por la Revolución de Octubre se dilapida y el sueño
da paso a la pesadilla. Rodeado por tipos siniestros, por
fanáticos sin escrúpulos, por asesinos en masa,
por torturadores como Beria, Stalin mueve los hilos de sus
marionetas sin pestañear: no se pierde nada. Pero ¿cómo
era en realidad la vida de esos hombres y mujeres que rodeaban
al jefe? Patética, furiosa, brillante, febril... Así
nos la presenta Montefiore en un texto documentadísimo,
con momentos estremecedores, que recuerda a otro texto también
fascinante y pavoroso: La vida privada del presidente Mao,
del doctor Li Zhisui. A medio camino entre el reportaje y
el libro de historia el autor, recurriendo a archivos, memorias
y entrevistas, ha elaborado un monumental panfleto anticomunista,
ha resaltado los colores más macabros de una época
especialmente convulsa y nos ofrece un auténtico retablo
de la avaricia, la lujuria y la muerte. La corte del zar rojo
es una especie de biografía colectiva de algunos de
los hombres más brutales del pasado siglo –no
pierdan de vista al verdugo Blojin- y también una furibunda
diatriba –aunque aparentemente no sea esa su intención-
contra la ideología que les vio nacer–.
ANTONIO GARCÍA VILA
KARL RAHNER. La actualidad de su
pensamiento
VV. AA.
Trad. de Roberto Heraldo Bernet y Alejandro
Esteban Lator Ros
Herder
Barcelona, 2004
148 págs., 12 e
En esta breve obra, Editorial Herder
ha reunido a cuatro destacados expertos en el pensamiento
de Karl Rahner con motivo del centenario de su nacimiento.
El rasgo común de cada una de estas aportaciones (cardenal
Lehmann, Philip Endean, Jon Sobrino y Günter Wassilowsky)
consiste en destacar el papel de Rahner en la renovación
de la reflexión teológica, así como su
importante contribución hermenéutica y muy especialmente
su trascendental papel en el Concilio Vaticano II. También
se incluye un antiguo artículo del propio Rahner, en
el que éste se felicita por los logros a que el Concilio
habrá de dar lugar, que tienen que ver con la emergencia
de una nueva forma de entender la teología y la relación
entre la comunidad cristiana y la Iglesia.
El artículo que abre el libro, del cardenal Lehmann,
repasa el itinerario académico de Rahner y señala
alguno de los rasgos más sobresalientes de su teología.
El segundo artículo, de Günter Wassilowsky, estudia
su aportación al Concilio, mostrando cómo la
impronta rahneriana resulta evidente, de un modo especial
en el llamado “esquema alemán”, que tan
alto protagonismo tuvo en las controversias conciliares y
que Wassilowsky interpreta a la luz de la eclesiología
de Rahner. Jon Sobrino , por su parte, destaca el talante
abierto de Rahner y su conocido respeto hacia alguno de los
obispos emblemáticos de la teología de la liberación,
como monseñor Romero. Sobrino establece un cierto paralelismo
entre las comunidades cristianas latinoamericanas en tanto
que realidades de base y la cristología rahneriana
que se caracterizó, entre otras cosas, por su oposición
al docetismo. Según Sobrino, Rahner habría tratado
de dar respuesta a la ilustración simbolizada en Kant
y la teología de la liberación a la ilustración
simbolizada en Marx. La actitud de Rahner así como
su eclesiología lo convierten en un referente con el
que cabe dialogar desde la condición, también
teológica, de la reflexión que subyace a la
visión del cristianismo de base latinoamericano. Por
último, Philip Endean analiza la recepción de
la obra de Rahner en el mundo anglosajón. Endean contrasta
la tradición antimetafísica de este mundo con
el gusto rahneriano por la abstracción y nos indica,
a su vez, algo que el resto de artículos dejaba entrever;
la defensa, en la obra de Rahner, de valores contrapuestos,
como la presencia de Dios en la experiencia humana y la autoridad
externa de la Iglesia, cuya expresión dogmática
entra en conflicto con el alto poder especulativo que caracterizó
toda su producción.
RAMON SURROCA
Testimonio
LAS VOCES DEL LABERINTO
Ricard Ruiz
Plaza & Janés
Barcelona, 2005
286 págs., 14 e
En Las voces del laberinto, Ricard
Ruiz recoge dos años de trabajo de lo que él
mismo denomina un “ejercicio de inmersión en
la voz y la mirada del otro”. En este caso, el otro
es la esquizofrenia. El libro lo forman un total de doce testimonios
de otras tantas personas que padecen la enfermedad, más
tres que ha luchado con ella aun sin padecerla. A través
de una serie de entrevistas, el autor se acerca a todos los
aspectos de la enfermedad. Y es que tras la lectura de este
libro, queda claro que no sólo sufre el que está
directamente afectado por la enfermedad, sino todos los que
le rodean –así, por ejemplo, el autor nos habla
de la madre que reprocha a Paul Auster ser el causante de
que su hijo se suicidara–. Se trata pues de un trabajo
de introspección, de aprendizaje que, estructurado
en tres partes, simula la evolución de la enfermedad,
así como sus consecuencias. La primera parte está
dedicada al brote. En la segunda parte se trata el estigma
social; etimológicamente, la esquizofrenia remite a
la escisión de la mente como una disociación
entre la realidad propia y la colectiva. De este modo, la
“no adaptación” que se produce, es el núcleo
de la segunda parte del libro, que en este punto propone un
aprendizaje mutuo, un no ver al otro como el extraño,
lo cual puede fomentar una locura inexistente, “ya sea
por los delirios del propio enfermo o por la discriminación
que genera el estigma a su alrededor.” La tercera parte
está dedicada al despertar: la búsqueda de la
salida. Ricard Ruiz muestra aquí la labor que existe
detrás de esta búsqueda, con el fin de paliar
su sufrimiento.
Vale la pena resaltar el componente literario de este trabajo
periodístico, tanto en el ordenamiento de las entrevistas,
como en la labor que comporta el hecho de dar toda la información
posible, caso a caso, sin desvelar la identidad de los participantes
ni traicionar sus testimonios. Además, Ruiz –sin
duda llevado por la pasión por los librosque hay que
vincular directamente con su trabajo como crítico literario–
incluye una última parte en que se vincula la equizofrenia
con el genio y la lucidez, a través de un catálogo
de grandes autores que vivieron aquejados por la enfermedad,
como Strindberg, Van Gogh, Karl Jaspers, Virginia Woolf y
un gran número de autores, pintores, creadores que
lucharon con ella, volcando su desbordamiento y sus crisis
en un acicate creativo.
CAROLINA HERNÁNDEZ
Literatura infantil
Nanas para dormir, para despertar
y para llorar...
NUEVA COLECCIÓN
Libro de nanas
Selección de Herrín Hidalgo
llustraciones de Noemí Villamuza
Mediavaca,
Valencia, 2004
116 págs., 20 e
Perdón por comenzar con una
pregunta: ¿usted le ha cantado nanas a sus hijos para
dormirles? Ya, nunca se le dio bien la música. Sí,
claro, con el “estivil” se sale del paso. En fin,
dejémoslo. La verdad: ya no se cantan nanas. Y lo más
grave: tampoco se leen. Ni se publican. Alguna que otra aparece
de vez en cuando escondida en una selección de poemas.
Pero un libro entero de nanas, ¡eso es cosa de abuelas!
Bueno, de abuelas, y de Vicente Ferrer, el editor de Mediavaca,
tenaz subversor de conceptos como infancia, lectura y libros.
No hay un catálogo más nonsense que el de Mediavaca,
y faltaba un libro de nanas para ampliar esta visión
sin fronteras de lo que significa editar para niños.
Es decir, libros cuidados por fuera y por dentro. Formato,
papel, color, textos, ilustraciones, guardas, créditos,
diseño. Con el permiso de otros editores: se editan.
Cada libro es un regalo, como éste dedicado a las nanas,
“esos primeros pasos por el mundo de la representación
intelectual”, García Lorca dixit.
Como metáfora de esas capas literarias que nos brinda
la palabra, la antología se abre con una clásica,
“Nanas de la cebolla”, de Miguel Hernández
(“Tu risa me hace libre, me pone alas”), para
mezclarse enseguida con otras de corte más lúdico,
como la “Nana de Julia” de Goytisolo, la “Nana
A la nena de la pena” de Gloria Fuertes, o la irreverente
“Nana del niño malo” de Pablo Guerrero
(“El niño malo tiene/en la cocina/amor-dazado
al Coco/sobre una silla”). Si muchas son para dormir,
hay unas cuantas para despertar, como las dedicadas a los
negritos, de Emilio Ballagas o Nicolás Guillén
(“¡Que muera el amo, muera en la brasa!”)
y otras para llorar, como la “Nana al niño que
nació muerto”, de Gloria Fuertes (“Te iba
a poner Tomás/y ya te vas”). De haberla conocido,
seguro que Uma Thurman en Kill Bill hubiera cantado “Nana
para despertar a un pie”y, por qué no, también
“los potrillos, como los chiquillos” tienen derecho
a que les canten, eso es lo que dice Leo Maslíah en
“Duérmete potrillo”. Y ya puestos, Víctor
Jara le canta a un niño vago, Atxaga le recita con
rima insoportable a un pequeño manzano y Goytisolo
se lo hace a una sufrida madre adúltera (“Padre,
amante y niño, me matáis los tres”). Y
hay más.
No digan que no es suficiente. El volumen incluye ensayos
de García Lorca, de Gabriel Celaya y de Gabriela Mistral.
Les faltó el CD, pero los editores han dicho que mejor
que cada uno le ponga la música que prefiera, por eso
de la creatividad. Las ilustraciones de Noemí Villamuza,
en blanco y negro, como la noche y los sueños, iluminan
con encanto las escenas, se deslizan por las páginas
proponiendo otras lecturas y mostrando que apenas con un lápiz
se puede hacer mucho.
ANA GARRALÓN
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