Cuatro poemas de
Sandra Santana
NUEVAS CONSIDERACIONES ACERCA
DEL DESTINO DEL AGUA
La tormenta aguardaba
respirando despacio.
De pronto echa a correr y todas las preguntas
caen agotadas
desde la orilla de nuestros labios.
“Entiéndeme, vivir es tan difícil, es un verbo tan frágil, tan inconstante... En cuanto le pones un dedo encima comienza a vibrar, a moverse, a perder su forma.”
Mi suspicacia hace
que se rompa la tarde
y la superficie del cielo,
como el vidrio por un leve golpe,
descubre una grieta infinita. Continúa entero, créeme,
incluso más hermoso,
pero exhibiendo ahora
impúdicamente su fragilidad,
su condición de material efímero.
ES EL VERBO TAN FRÁGIL
Les miramos pasar nadando
a nuestro lado y nos abrazamos.
Así llegó la lluvia golpeando
con insistencia rítmica
la chapa del coche.
Secos, calientes y felices
tratamos de sujetar dos peces
en un único nombre,
como si no tuviésemos nada
en común con esas figuras que corren
mojándose en todas direcciones.
La felicidad es el agua en la red de un pescador.
El cielo comienza a aclararse,
y con la luz, los peces
saltan en el agua
escogiendo caminos diferentes.
-------------------------------------------
Todo lo que dejamos atrás al avanzar comienza a perseguirnos. La variación de las coordenadas produce un ruido amenazante de carros y caballos a mis espaldas. Bienvenido pues el milagro de los semáforos si podemos dejar una parte de nuestro pasado sangrando entre las ruedas de los automóviles.
Los comerciantes suben y bajan a mi paso los cierres de sus negocios. Una cristalería, una
lavadora, un pantalón de punto.
Así debes sentirte, siempre en otra parte pero nítida, ajena y sonriente, como un cartel de luz.
-------------------------------------------
¿Quién no querría entrar definitivamente en las secretas habitaciones de la voz?
Pero las manos se mueven nerviosas entre monederos, agendas y barras de labios, mientras el
aire gira, a nuestro alrededor, cargado con cientos de diminutas cerraduras.
|