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septiembre 2002
Nº 93

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Almudena Grandes y 'Los aires difíciles'

Los aires difíciles es la quinta novela de Almudena Grandes (Madrid, 1960), y la primera en la que la autora de Las edades de Lulú renuncia a lo que se había convertido en sus señas de identidad: la narración en primera persona, la protagonista femenina y la ubicación del relato en Madrid. Su propuesta es una renovación de la novela decimonónica. La crítica se divide entre quienes no ven renovación alguna, y los que, además de verla claramente, sitúan Los aires difíciles en la cumbre de la obra de Almudena Grandes y de la narrativa española contemporánea. Que el lector saque sus propias conclusiones.

 

José María Pozuelo Yvancos
ABC

Es digno de valorar que Almudena Grandes haya apostado por el riesgo de variar, justo cuando está en la cima de su éxito, y solamente he echado en falta que esa apuesta no la haya llevado hasta sus últimas consecuencias, que entiendo habrían sido potenciar aún más ese fondo y esos contextos no exclusivamente psicológicos, hasta liberar a su novela de la predominancia sentimental que todavía gravita en exceso sobre ella. Porque la atmósfera de amores y desamores, de venganzas individuales, de matizes y motivaciones prolijamente desarrollados para cada paso de cada relación, en excursos que explican una y otra vez las motivaciones de los personajes, ha determinado que el bosque sentimental tenga más vericuetos de los que habrían sido necesarios para un desarrollo equilibrado de la trama principal. Esta se ve ahogada por la menudencia con que se desarrollan muchos de los excursos biográficos en las historias subordinadas. [...]

A partir de esta estructura base, la historia se va abriendo para darnos, en retrospectivas alternantes, dos historias secundarias, la de los fracasos sentimentales y vitales de Juan y de Sara y de otros muchos personajes de sus entornos respectivos, que concebidas como historias subsidiarias, por el excesivo desarrollo de sus detalles, cobran a mi juicio un desarrollo desorbitado, alargan demasiado la trama hasta amenazar y alguna vez romper el equilibrio logrado en la trama principal.

 

Santos Sanz Villanueva
El Cultural

Este sustrato tradicional que marca el fondo de la novela se corresponde con una forma que remite a los modos narrativos de la penúltima centuria. El relato avanza mediante el sopesado empleo de narración, descripciones y diálogo. La acción comienza in medias res, en un momento muy avanzado del conflicto, y recupera sus antecedentes remotos y recientes. Habla, en fin, un narrador omnisciente un tanto proclive a la retórica, al énfasis oracional, propiciado por el gusto de la autora por las anáforas y repeticiones. Incluso un puñado de páginas escritas en otro registro, un estilo indirecto que da paso a asociaciones cercanas a una corriente de conciencia libre, suponen un ejercicio de modernidad expresiva. [...]

Ha hecho Almudena Grandes un trabajo de envergadura. La misma extensión desmesurada de su empeño constituye a la vez que una prueba, una rémora. Esta novela loable por su ambición ganaría con una buena poda que suprimiera reiteraciones, prolijidades, accesorios innecesarios y algo de palabrería. Tampoco puede regateársele reconocimiento a su esfuerzo. Se echa en falta un mayor riesgo en la forma; alguna clase de enfoque creativo, menos apegado al pasado y más sensible al sentir artístico de hoy.

 

Ana Lorén Blasco
Lateral

Emprender la lectura de una novela de seiscientas páginas empieza con un ejercicio de valentía y un acto de fe: hay que confiar en que el esfuerzo merecerá la pena. [...] Y en esta línea está la última obra de Almudena Grandes, Los aires difíciles, una pretendida renovación de la novela decimonónica. [...]

Pero si bien la autora construye personajes de tal entidad, el determinismo (otro inconfundible de la novela del xix y que hoy suena a anacronismo) restringe su libertad: así, sus antepasados conducen de alguna forma su futuro (determinismo biológico) y los vientos condicionan su comportamiento (determinismo ambiental). [...]

Los aires difíciles es una novela irregular que combina pasajes memorables por su agilidad y concisión con largas divagaciones que, en muchas ocasiones, no añaden gran cosa ni a la historia, ni a la construcción de los personajes ni a la del mundo en el que viven. Esto y ciertos toques tremendistas disfrazados de realidad confieren a la novela un aire folletinesco más propio de cualquier novelita del xix que de una reescritura de ésta cien años después.

 

Rafael Conte
El País

La quinta y mejor novela de Almudena Grandes, donde esta sólida narradora acaba de dar hasta ahora lo mejor de sí misma, apostando además por un modelo literario que a pesar de su poderosa intensidad algunos podrían considerar pasado, pero que en sus manos alcanza cotas de la mejor entidad. [...]

Los aires difíciles se compone de dos novelas ­más bien tres­ diferentes que se unen en un tiempo y un espacio determinados. Al empezar, la escritora así lo declara, pues habla de "dos principios", de la misma manera que al terminar lo hace de "un final", como si allí se cerrara todo; lo cierto es que no es así, pues entre estas dos historias se cruza una tercera, que une las dos anteriores, provocando casi una tragedia que, al cerrar las otras dos, desemboca en un final abierto, poco decimonónico es cierto, aunque de todas maneras más actual. [...]

A veces hay secuencias demasiado largas, otras más cortas de lo debido, algún personaje parece sobrar (como una prostituta que le recuerda a la difunta cuñada, o el marido de la empleada, que tarda demasiado en tomar forma, o algunos secundarios del hospital) y el conjunto aparece desordenado en el fondo, aunque al final su evidente poderío nos permite poder perdonarlo todo.

 

Gonzalo García Pino
La Razón

En Los aires difíciles, donde la escritora presenta novedades como la incorporación a la historia de una particular conciencia social exenta de moralina o el traslado del habitual escenario madrileño donde se desarrollan aquellas novelas a la tranquila urbanización en la costa gaditana donde transcurre ésta. [...]

Novela densa y ágil, rica en personajes bien construidos sobre el firme encofrado de una serie de situaciones en las que confluyen la pertinente caracterización de los actores de la trama con el impulso necesario para el progresivo avance del argumento. [...]

Si la polemista Almudena Grandes participara algún día en la aburrida polémica sobre la muerte de la novela, Los aires difíciles le proporcionaría los argumentos de toda la vida, aquellos que se derivan del difícil arte de saber contar una historia y de conmover con ella: del gozo de la literatura.

 

Juan A. Masoliver Ródenas
La Vanguardia

La novedad más radical, responsable de los muchos aciertos de Los aires difíciles con respecto a los anteriores trabajos narrativos de Almudena Grandes, es el distanciamiento. El hecho de que el material narrativo sea ajeno a sus experiencias personales crea una mayor riqueza en el dibujo de los personajes, una mayor esencialidad expresiva y al mismo tiempo una manipulación más rica de los efectos sentimentales y dramáticos, una mayor sutileza y eficacia en las referencias de carácter político y una menor provocación al describir las relaciones sexuales. []

Los aires difíciles encuentra un perfecto equilibrio entre la descripción, la acción y el diálogo para crear un universo único, cerrado y completo. En esta concepción totalizadora está la segunda gran novedad de la novela más ambiciosa de la escritora madrileña, que se acabará imponiendo como un título clave dentro de su obra y de nuestra narrativa contemporánea. []

Los efectos dramáticos y melodramáticos, la realidad sórdida, las complejas relaciones, las fidelidades y las traiciones van trazando un retrato fuertemente pesimista para celebrar, y éste es un nuevo acierto narrativo, no la felicidad sino la huida de la infelicidad: no hay espacio para la idealización en el triunfo final de la reconciliación con el mundo.

 

Almudena Grandes, Los aires difíciles, Tusquets, Barcelona, 2002, 593 pág.