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octubre
2000
Nº 70

Suplemento especial
Cuentos mexicanos
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estantería
ADIÓS A LAS NOVIAS
Soledad Puértolas
Anagrama, Barcelona, 2000
238 págs., 2.400 ptas.
Todo cuentista moderno es chejoviano o borgiano, según
sugiere Harold Bloom. No le falta razón, si uno toma por chejoviano
todo lo que se ocupe de los hombres y sus emociones, y por borgiano todo
lo que se ocupe de la emoción de las ideas. Soledad Puértolas
se declara chejoviana. Con esto quiere decir que el interés esencial
de sus relatos está en las acciones humanas, en las formas que
tienen los hombres de herirse, en el amor perdido o en la pérdida
de otra cosa, sutil e innominada. Desde los rusos, el cuento está
admirablemente dotado para las formas de eso que en inglés se llama
understatement: lo elíptico, lo tácito, la elegancia de
una epifanía con sordina. Los mejores relatos de Adiós a
las novias hacen méritos para situarse en ese linaje. (También
hay alguna fábula à la Isak Dinesen, pero esto es un breve
exotismo.) De los otros los que no son los mejores bastará
decir que otorgan placeres menos completos o que a veces los niegan, pero
que su inclusión en el libro no es fruto de la propia indulgencia
del autor, sino del demasiado cariño que le tiene a sus personajes.
Detenerse en esto es innecesario; de lo que es preciso hablar es de "El
pañuelo de Macke", "Accidente", o "Los guardianes",
esos relatos que parecen sorprender a sus personajes cuando comprenden
lo que son en realidad, lo que se han vuelto.
El libro sugiere su propio método de lectura.
Dice un narrador: "Era una historia real, como todas las que contaba
nuestra cocinera, y, como en todas las historias reales, lo importante
no era el final, nada espectacular, sino algo impreciso en medio del relato".
El lector de Adiós a las novias debe tener el ojo atento, pero
también el corazón o el alma o lo que sea que nos permite
conmovernos cuando un camarero vislumbra el amor, esa cosa lejana. Las
virtudes de estos relatos están en eso: la entrega sensible de
un estado de ánimo. Esto no es fácil de hacer, porque requiere
de honestidad, de suerte y del tributo que la verdad suele hacerle a una
escritura con oficio. Adiós a las novias habla de la decepción
y del fracaso, de las redenciones posibles en el amor, de los que creen
que han encontrado un lugar en el mundo. A veces la resonancia vuela tan
alto que el lector no alcanza a agarrarla; pero esos otros momentos, esos
momentos en los cuales Puértolas le baja el volumen a la vida y
nos entrega una pequeña tristeza, son suficientes para pagar con
creces el precio de admisión.
Juan Gabriel Vásquez
EL BESO DEL COSACO
Eduardo Mendicutti
Tusquets, Barcelona, 2000
262 págs., 2.000 ptas.
El beso del cosaco se suma a la notable trayectoria literaria
de Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, 1948), cuyas siete
novelas precedentes gozan de un grado de originalidad no superado por
esta última. Eso sí, reaparecen las premisas propias del
universo narrativo del autor tales como la homosexualidad, los devaneos
eróticos, la presencia de la muerte o la culinaria típica
andaluza.
Si en El palomo cojo el punto de vista era deudor de una
mirada infantil, en esta ocasión Elsa Medina Osorio, de noventa
y dos años, será quien temple la acción. Elsa vuelve
a casa tras más de sesenta y dos años con un deseo firme:
morir ya que, "como en tu casa la verdad es que no te mueres
en ningún sitio" pero no sin antes despedirse, por medio
de la Fiesta de la agonía, de todos aquellos que hasta la fecha
le acompañaron, ya sean familiares o conocidos, vivos o muertos,
cosacos de cera imperturbables o estrategas del vicio con albornoz desabrochado.
Todos acuden a la despedida de Elsa. Y todos guardan marcado
en el cuello el beso del cosaco. El beso de Vladimir, ante cuya mirada,
aparentemente ciega, pasa un sinfín de personajes, de entre los
que es preciso destacar a Magdalena, hermana de Elsa, que permaneció
en La desembocadura (el caserón familiar donde tiene lugar la fiesta)
durante la ausencia de ésta, desafortunada en el amor, aficionada
a escribir cartas con medias verdades; Leonel Antunes de Almeida, quien
se casó (más por piedad que por deseo) con Magadalena, marido
infiel, amante de orgías y del tenis; La Niña Cari, íntima
de Elsa en la adolescencia y que antaño sirvió de musa al
malogrado poeta "de la melancolía metafísica"
Javier Mediano; Teresa, prima de las anfitrionas, miliciana apasionada,
que se ganó a pulso la fama de bicho raro; Irene, hija de Elsa,
Julieta consentida a la caza de un Romeo cualquiera; y, por supuesto,
Genaro Medina Jones, primo de la familia, que, corazón en mano,
pasea su lascivo pasado de bohemia, desamor y sangre.
El interés aumenta, como es habitual, cuando la
lujuria y la alevosía toman partido. Ya hacia el final, mientras
se cuece el desenlace, es cuando escenas como la de un trío de
octogenarios resucitados llaman, en grado mayor, la atención del
lector. Aunque quizás sea demasiado tarde.
¿A qué se debe, entonces, ese retraso
del interés? No cabe duda de que Mendicutti se ha impuesto a sí
mismo un rigor excesivo, lo que le ha llevado a eliminar cualquier rastro
de espontaneidad y a apurar un estilo abultado. Adjetivos gratuitos y
subordinadas rococós han ralentizado el texto y han propiciado
una prosa empalagosa, por lo que se añora el desparpajo de Una
mala noche la tiene cualquiera, así como los acabados sexuales,
algo más satisfactorios, de Yo no tengo la culpa de haber nacido
tan sexy.
Eusebio Lahoz
ADIÓS A TODO ESO
Robert Graves
Trad. de Sergio Pitol
Muchnik, Barcelona, 2000
366 págs., 2.950 ptas.
Poeta, novelista y ensayista, Robert von Ranke Graves
(Inglaterra, 1895-Mallorca, 1985) fue un joven polifacético. Dan
fe de ello sus ocupaciones de boxeador, montañero, estudiante oxoniense,
oficial británico en la I Guerra Mundial, profesor de literatura
en El Cairo, tendero, activista de izquierdas y padre de familia. La suya
fue una vida tan azarosa como el recorrido que propone en Adiós
a todo eso, una autobiografía de juventud, hogaño reeditada,
convertida ya en clásico del género y que su autor publicó
en 1929 con el sano propósito de obtener algún dinero y
poder abandonar el Reino Unido para siempre.
Después de los primeros episodios sobre la infancia
y los años de estudiante del joven Graves, las mejores y más
extensas páginas desgranan su experiencia en las trincheras del
noreste de Francia, las costumbres y las vesanias en el frente. En contraste
con la agitación de la lectura, el autor de Los mitos griegos no
abandona el tono contenido en ningún momento. Una contención
alimentada a partes iguales por la lucidez y el escepticismo y donde la
épica y el humor no restan un ápice de espanto. El simple
relato de los hechos basta para mostrar el horror de la contienda, sin
necesidad de rasgarse las vestiduras con la invocación de los grandes
principios que se manejan en las retaguardias y que son acallados por
el estruendo de los obuses. Los últimos capítulos, que se
completan con un breve epílogo escrito algunos años después,
tienen que ver con las peripecias del autor al acabar la guerra, sus apuros
económicos y la relación con otros escritores como H. G.
Wells, Thomas Hardy o Lawrence de Arabia.
El encanto del libro tal vez sea deudor del boxeo
que Graves practicó en su juventud. Sin lugar para la jactancia
o las soflamas antibelicistas, es difícil encajar con indiferencia
el impacto de un buen crochet: "A mis pies yacía la gorra
del soldado, mezclada con sus sesos. Nunca había visto un cerebro
humano. De alguna manera lo había asociado siempre con un concepto
poético".
Miguel Salazar
ÚLTIMAS NOTICIAS DEL PARAÍSO
Clara Sánchez
Alfaguara, Madrid, 2000
289 págs., 2.800 ptas.
Novela ganadora del Premio Alfaguara 2000 y escrita por
una profesora de literatura de la UNED con seis libros ya publicados,
Últimas noticias del paraíso observa el desarrollo de una
urbanización con pocos años a sus espaldas. El narrador
simboliza la primera generación que nace y crece en ella. La autora
no pretende reflejar los problemas clásicos de la adolescencia
al elegir a uno como protagonista, sino obtener una visión del
lugar libre de prejuicios.
Asimismo, el volumen es una crítica a la sociedad
moderna, con padres ausentes, madres obsesionadas por el gimnasio, problemas
laborales, matrimonios de conveniencia, las drogas y el dinero fácil
que implican. Todo ello sin ignorar el lado dulce de la vida: el amor,
la solidaridad, el altruismo y el valor de la amistad por encima de todo.
La obra se estructura en dos partes que corresponden a
dos etapas de una vida: la adolescencia, a través de los veranos,
enmarcada en una familia acomodada sin más preocupación
que el aburrimiento; y la juventud, donde la acción transcurre
en invierno, tiempo duro (tanto meteorológica como físicamente)
de desintegración familiar, preocupaciones laborales, económicas
y sentimentales, que llevan al personaje principal al conocimiento de
sus verdaderos objetivos y escala de valores.
Narrada con un lenguaje actual, directo y con toques poéticos
que conducen a la reflexión, Últimas noticias del paraíso
adentra al lector sin intermediarios en un pequeño universo que,
siendo cotidiano, puede dejar de serlo en cualquier momento.
El paraíso alude al último lugar de
bienestar antes de descubrir que todo tiene un final, que nada es eterno
ni perfecto y que "cualquier pérdida, aunque te alivie, también
deja un vacío". Reflejo de toda una filosofía para
nuestro tiempo, señala que no importa lo disparatados que sean
los sueños que cada cual tenga ni las dificultades que impliquen;
lo importante es tenerlos y también la ilusión por hacerlos
realidad porque "el cuerpo exige su cumplimiento".
Silvia Pascual
EN UNA NOCHE OSCURA SALÍ DE MI CASA SOSEGADA
Peter Handke
Trad. de Eustaquio Barjau Riu
Alianza, Madrid, 2000
191 págs., 1.950 ptas.
Parece claro que la novelística de Peter Handke
(Grieffen, Austria, 1942) se dirige hacia algún lugar concreto,
pero cada vez parece más difícil saber adónde. Y
no será porque sus cartas no hayan estado suficiente tiempo a la
vista: sus pretensiones estéticas y morales son una vez más
muy similares a las de casi toda su obra anterior, pero aquí el
argumento queda prácticamente aniquilado y sólo la intuición
de ciertas apreciaciones sobre la naturaleza o los hombres sostiene el
entramado.
Un farmacéutico aficionado a la épica medieval
y las setas parte de su casa hacia no se sabe dónde, acompañado
azarosamente por un poeta y un esquiador y perseguido por una mujer, "la
vencedora", que le golpea cada vez que da con él. Poco más
que esto ocurre en la novela, y habría que ver si ni siquiera esto
sucede, pues una vez más la historia del protagonista nos es contada
por persona interpuesta, quien no sabe de lo que dice más que lo
que le ha contado, medio alucinado y medio anacoreta, el propio farmacéutico
de Taxham.
Así, y con su habitual tendencia a una inefabilidad
que aquí repite y en cierta medida renueva, con su constante querencia
por la dificultad y con la novedosa introducción de un elemento
que no sé si es emotivo o mágico esa mujer que persigue
y golpea, Handke da un paso más en el proceso de desvelo de
un camino que, como decía, cuesta saber adónde lleva: ¿a
la lírica aniquilación de la novela? ¿a la fábula
como única forma de representación de un sentido oculto?
¿al mero equilibrio entre lo intempestivo y lo comprensible? En
cualquier caso, En una noche oscura... (aparecida originariamente en 1997)
repite formas e intuiciones morales, pero apuesta quizá por vez
primera por la desintegración del argumento como forma de enfatizar
el sentido. Y lo consigue, porque la evanescencia de la trama queda compensada
por la suma de rastros, de vestigios de un significado que apenas se entrevé
pero se adivina. Tal vez por todo ello se pueda dudar razonablemente acerca
de su lugar de destino, pero difícilmente del valor de su empresa.
Ramón González Férriz
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