
|

septiembre
2004
Nº 117

home
|
Estantería
Narrativa Hispánica
UNA VENTANA AL NORTE
Álvaro Pombo
Anagrama, 2004
315 págs., 16,50 euros
En el epílogo de Una ventana al norte, Álvaro Pombo opina
que, debido a la desnaturalización que sufren los acontecimientos
históricos por el influjo de la ficción, hablar de novela
histórica resulta contradictorio. Paradójico o no, en su
última novela, ficción e historia no tan sólo comparten
una relación armónica, sino que además se requieren
en todo momento. Pombo consigue un feed back entre ambas, una simbiosis
perfecta gracias a la cual se ensanchan y elevan la dimensión de
los acontecimientos y los personajes.
Isabel de la Hoz, la santanderina que, huyendo del entorno burgués,
llega a un México azotado por la revolución Cristera, no
se podría justificar sin su sentimiento de exclusión y su
insaciable afán de participar en la historia, de anular la distancia
con el mundo, de involucrarse en la revuelta para superar la alienación,
para conseguir una existencia verdadera y "ser ella misma a todo
trance". Y su marido, Indalecio, un indiano comprometido con la causa
Cristera que atribuye la inesperada actitud de Isabel a un "tardío
acné juvenil", opta por cerrar los ojos ante la creciente
precariedad de la unión matrimonial y las brechas abiertas por
el devenir de unos acontecimientos que escapan de su comprensión
y le arrastran sin remedio. Del mismo modo, también es arrastrado
Ubaldo Zamacois, el cura que habrá de colgar la sotana y vestirse
de paisano, que habrá de ser una persona nueva y sufrir los coletazos
de un amor imposible y unas cuantas verdades impronunciables.
Estos personajes son una pequeña muestra de una espléndida
obra en la que Pombo, mediante un estilo impecable y una prosa que fluye
con una naturalidad casi melódica, logra que el plano histórico
y el plano ficciónal interacción en a favor de la mutua
trascendencia. Así, el lector asiste a una visión subjetiva
y parcial, pero completamente válida, de lo que representó
la revolución para los mexicanos y lo que representaron los mexicanos
para la revolución. Una visión medio ficticia, medio real,
tamizada por unos individuos que evolucionan junto al dinamismo de la
colectividad y al compás de unos hechos que traicionan repetidamente
sus motivaciones personales. Algunos de ellos serán mártires,
otros se pretenderán héroes, habrá inocentes y culpables.
Pero su condición no se deducirá de la propiedad de unas
decisiones tomadas bajo imperativos que subordinan a la voluntad, sino
del veredicto emitido por un juez insobornable: la historia.
ALBERT GRABULOSA
LA MARA
Rafael Ramírez Heredia
Alfaguara, Madrid, 2004.
352 págs., 16,95 euros
Cuenta Rafael Ramírez Heredia (Premio Juan Rulfo
en 1984) que, en un principio, estuvo tentado de hacer con todo el material
recogido en su investigación de campo un reportaje. Pero ése
no era su verdadero deseo; así que emprendió la confección
de esta novela, La Mara, tras haber publicado ya Con M de Marilyn (Alfaguara,
1997) y Del trópico (Alfaguara, 2001).
Y qué duda cabe que hizo bien. Porque es en ese terreno entre la
realidad y la ficción, en esa corriente magmática de desgracias
humanas, de esperanzas rotas, fenómenos sociales y verdades como
puños transformadas en ilusión, en artificio novelesco,
donde Heredia despliega su auténtica naturaleza de maestro del
quehacer literario. Que viene a querer decir su dominio sobre las raíces
de la vida y de la creación, entendida ésta como oficio
y convertida en un estilo increíblemente sólido y fluido
al mismo tiempo, casi palpable, potente. Con todo ello, ha extraído
de algo cercano a la crónica, temáticamente próxima
a la obra reciente de otros autores centroamericanos como por ejemplo
Fernando Vallejo o Castellanos Moya, pero con un pulso mucho más
firme, la red de la magia y la fascinación.
En definitiva: ha conseguido construir una entera mitología selvática,
limítrofe, con su panteón terrenalísimo de chamanes
criminales, funcionarios corruptos y cobardes, prostitutas engañadas
y, por encima de todo, ese Más-Allá, ese espejismo brillantísimo
y mortal que capitaliza las expectativas de pueblos enteros, la manzana
envenenada de la conquista de ese nuevo Oeste que es el Norte, el norte
del norte, el de los dólares y el neón, tan lejano y tan
salvaje como el de Leone (y sin duda, mucho más podrido).
Ésta no es sólo la historia de la Mara Salvatrucha, de la
clica 13. No es sólo el retrato de una horda de adolescentes brutales,
tatuados y drogados, adoradores de la Vida Loca, que matan por diversión
y por el control del paso entre Guatemala y México, peaje necesario
en la peregrinación hacia la otra frontera, la de Tijuana, o sea,
hacia el American way of life, y escenario del narcotráfico y el
contrabando de armas. Es, también, una honda reflexión,
sin concesiones, sobre la frontera (se encuentre donde se encuentre, mientras
signifique desigualdad), sobre la migración, sobre los entresijos
de la situación latinoamericana y sobre la crueldad del hombre
en esta hora de lobos -en este "tiempo del lobo", para decirlo
con Haneke- que nos tocó vivir.
SERGIO COLINA MARTÍN
LA CARA HEMBRA DE DIOS
Daniel Alcoba
Minotauro, Barcelona, 2004
419 págs., 19 euros
De narrativa que propone el mundo del futuro tenemos un
puñado de ejemplos. En clave de burla del género y con el
fantasma del nazismo como intrahistoria: Que se mueran los feos; proposición
de un mundo nuevo consecuencia de éste y juego con la metafísica:
Blade runner; enlace de los últimos cuarenta años con los
más recientes descubrimientos en el campo de la genética
y proponiendo con este caldo un plato postcocinado para el siglo XXl:
Las partículas elementales.
La cara hembra de Dios incorpora elementos de todos, no se parece a ninguna
en especial, ni por el tema, ni por el espacio, ni por la estructura narrativa
que nos sirve Alcoba.
La novela se plantea en un futuro relativamente cercano en el que el hombre
se funde con la máquina. Un futuro en el que los EEUU siguen siendo
los dueños del planeta, y el enemigo a batir los países
musulmanes del Oriente Próximo, y por ende todos los musulmanes.
Da pie a imaginar una estética de Edad Media del futuro típica
en las películas de ciencia ficción post-holocausto nuclear.
Para explicar el caos planetario -caos que por momentos contagia la obra-
Alcoba recurre a pasados mitológicos y mezcla ficción y
sagradas escrituras, de lo que resulta un híbrido, a ratos original,
de la novela más conocida de Philip K Dick y Las mil y una noches.
Igual que en el clásico de la literatura árabe, a veces
el narrador nos remite a pequeñas historias que luego son recuperadas
por la narración. Ello hace que abuse del flash back, y este ir
y venir constante ralentiza el curso de la(s) historia(s) y añade
un plus de dificultad a la lectura. Las constantes referencias a personajes
del pasado y a sagas de familias le obligan a dar demasiadas explicaciones
que entorpecen una narración plagada de nombres, animales mitológicos,
religiones exóticas de raíz clásica… En fin,
todo un universo que quizás, podría haber sido algo más
esquemático.
Una novela tan cuidada en los detalles y que deja todos los cabos atados
tiene por contra el inconveniente de una lectura a trompicones. Su configuración,
algo desordenada, obliga al lector a hacer memoria con regularidad y evidencia
una cura de adelgazamiento necesaria: la desmesura desluce el esfuerzo
creador. Eso sí, subyace una mirada velada y humorística
-tan necesaria- de todo lo que ocurre en Irak y que tristemente tenemos
tan presente.
IVAN SERRANO TAPIADOR
Narrativa extranjera
ENSAYO SOBRE LA LUCIDEZ
José Saramago
Trad. de Pilar del Río
Alfaguara, Madrid, 2004
423 págs., 20,50 euros
El nuevo libro del incombustible Premio Nobel portugués
tiene en el título la palabra "ensayo", pero se presenta
como novela. ¿Qué es? Este comentarista confiesa que le
costó encontrarle el género, pero tras darle muchas vueltas
ahora ya no tiene dudas: es un auto sacramental. Sí, un auto sacramental,
una alegoría moral con personajes y acciones de los que no se dice
ni importa más que una cosa: su valor instrumental para representar
virtudes y defectos esenciales. El único personaje con peso es
el de todos los libros recientes de Saramago: él mismo como conciencia
lúcida de una generación nostálgica por algo que
nunca existió.
Por supuesto que este auto sacramental no habla de Cristo, la Virgen,
el Cielo ni el Infierno de los católicos. Su paraíso es
el sueño de la izquierda democrática y participativa, la
revolución pacífica del "no" al sistema. El argumento
ya está en la contratapa: en la capital sin nombre de un país
sin nombre, el 87 por ciento de los electores vota en blanco. El gobierno
abandona y sitia la capital, elige a una señora como "responsable"
del "accidente" y se dispone a destruirla para restablecer el
orden. El plan oficial es maquiavélico y perfecto, y sin embargo,
al terminar la lectura parece quedar la duda de que en ese pueblo sin
nombre persiste tal vez una semilla de oposición, de independencia,
de rebeldía. Y eso es todo.
Como los autos sacramentales de Calderón de la Barca, en este Ensayo
los personajes, sin descripción ni atributo salvo el valor canónico
que personifican (la lucidez, la valentía ética, la aviesa
miseria de la política, el arrepentimiento inútil) realizan
las acciones justas -ni un milímetro más - necesarias para
que quede claro de qué van. El rebelde se niega a cumplir una orden
injusta, el traidor traiciona, el iluminado vuelve a nacer, el confabulador
confabula y el lúcido eructa verdades. Pero a diferencia de El
gran teatro del mundo y otras obras maestras, este libro (al que le faltó
evidentemente un editor o una voz amiga y crítica), este "qué
pasaría si…" - que es la premisa típica de casi
todos los libros de Saramago - no tiene misterio ni fulgor verbal ni profundidad
intelectual.
Y todo sucede con una extraordinaria lentitud. En 423 páginas se
cuenta una fábula simple y algo tonta que como mucho, serviría
para un artículo de opinión en un diario. Extenderlo de
esta manera es abusar de la paciencia de los lectores/creyentes de Saramago.
ROBERTO HERRSCHER
SUTTREE
Cormac McCarthy
Traducción de Pedro Fontana
Mondadori, Barcelona, 2004
562 págs., 25 euros
En algún momento, durante la lectura de esta sórdida
novela, al lector se le pasará por la cabeza una idea terrible:
si la metáfora del río como vida está fuertemente
arraigada en la literatura, la interpretación que McCarty hace
de la misma sólo puede llevarnos al infierno, a un infierno espesado
con todo tipo de escoria y pestilencias.
¿Qué clase de mente visionaria es capaz de idear unos episodios
tan demoledores en unos parajes tan miserables? Y, sobre todo, unos destinos
tan estremecedores, más sobrecogedores, si cabe, dada la resignación
con que sus portadores los aceptan, como si no cupiera darle importancia
a la culpa que les llevó a estrellarse contra el fondo del abismo.
Tal vez porque cuando ya no cabe sino sobrevivir, lo único a lo
que uno puede dedicarse es a pisar o saltar sin acrobacias sobre la basura,
sobre los desperdicios, sobre la violencia. Sobre la mierda que McCarty
detalla con una contundencia expresiva asfixiante, midiendo cada palabra,
jugándosela en cada palabra, sacando a cada vocablo su máximo
peso hasta el punto de conseguir que una voz como "miel", por
ejemplo, hieda a lo más podrido. En este sentido, cabe elogiar
la traducción de Fontana.
Llega otro momento en que el lector se pregunta si esa forma de vigilar
la escritura no responde a un proyecto estético, y la respuesta
le devuelve el sabor a gangrena: seguramente, detrás de esta novela
de McCarty, uno de los escritores que mejor describen del mundo, se esconda
un proyecto poético relacionado con los excrementos y lo marginal,
vinculado al odio. Y aquí es cuando debemos regresar al río,
por el que desciende la basura arrojada desde una ciudad que aparece al
fondo del paisaje, y el lector va dándose cuenta de que ese odio
tiene mucho de denuncia, de que esa mente visionaria se corresponde a
la de alguien que achaca a las aglomeraciones urbanas la degeneración
humana y la suciedad que está invadiendo el paisaje, y, por tanto,
la de alguien que añora la inocencia de los espacios naturales.
Por fortuna, McCarty también nos ha dado De la frontera (Debate,
1999) para demostrarnos que esta es una apreciación exacta.
La novela nos narra episodios de la vida de Suttree, un hombre que elige
vivir como las bestias solitarias, al borde del río, pescando siluros,
negándose a trabajar, alcoholizado y que sufre la inquietante dolencia
de tener el corazón a la derecha, episodios que exageran los límites
de lo humano y que sencillamente suceden, como pasa el agua del río
saturada de condones y miasmas.
Suttree es una soberbia novela monstruosa.
RICARDO MARTÍNEZ LLORCA
CONFESIONES DE UN BURGUÉS
Sándor Márai
Trad. Judit Xantos Szanas
Salamandra, Barcelona, 2004
478 págs., 16,80 euros
Podría parecer vanidoso publicar a los 33 años
una suerte de memorias. Sin embargo, estas Confesiones de un burgués
debieron servir a Sándor Márai (1900-1989) más para
precisar su búsqueda vital en su deambular por Europa, que para
pontificar sobre sus excelencias personales y literarias. La presente
obra fue publicada en dos tomos entre 1934 y 1935. La primera parte del
libro está dedicada a su infancia, su familia, su condición
burguesa, la génesis de su vocación literaria y los primeros
síntomas de su herida moral (que Márai califica de neurótica).
Parece como si esas páginas -sin estilo definido, tópicas,
aburridas en muchas ocasiones, megalómanas en otras- fueran un
adecentamiento de sus juveniles pinitos literarios. Es en la segunda parte,
donde Márai narra sus estancias en diferentes ciudades (Frankfurt,
Berlín, Paris, Florencia, Damasco...), su relación conyugal,
su labor periodística y sus preocupaciones existenciales, cuando
se revela como un sutil literato; cuando su estilo se aquilata y se evidencia
su talento para describir ambientes o el alma de las personas.
Sin embargo, no encontraremos en el texto detalles relevantes de su época
o de personajes célebres con los que sin duda se cruzó.
Las bohemias artísticas y literarias de Berlín y París,
así como los dramáticos cambios sociales seguidos a la Gran
Guerra (incluso la revolución de Bela Khun en Hungría) las
vivirá Márais como algo ajeno a su personal empeño:
"esa época tan interesante desde el punto de vista histórico
no dejó huella en mí". Vivió como un mero espectador
aplicándose su propio imperativo de que el escritor imita y observa
la vida, pero debe abstenerse de tomar parte en ella. Lo cual no fue óbice
para sentir cómo un mundo (los valores del imperio Austro-Húngaro)
se desmoronaba, y padecer las angustias e incertezas que ello generaba.
Ese malestar societario es el trasfondo que recorre esta obra. Después
de varios años de extraterritorialidad y extrañamiento,
advierte de pronto que cuando "viaja el alma, el mundo estorba".
Decide entonces (1928) volver a Hungría: "un escritor no tiene
más patria que su lengua materna". Allí logrará
situación y fama con sus novelas (La herencia de Eszter, Divorcio
en Buda, El último encuentro, La amante de Bolzano...) hasta que
la implantación de un régimen comunista, que prohíbe
su obra, le obliga a exiliarse a EEUU en 1948. Olvidado e impotente para
escribir de nuevo, se suicidará en 1989.
ALBERTO HERNANDO
Ensayo
EL TURISTA, UNA NUEVA TEORÍA DE LA CLASE OCIOSA
Dean MacCannell
Trad. de Elizabeth Casals
Melusina, Barcelona, 2003
291 páginas, 17,67 euros
¡Todos somos turistas! Ésta es la metáfora
central que rige el libro y que MacCannell quiere dejar clara en un texto
que, publicado originalmente en 1976, se ha convertido ya en un clásico
de la sociología. Extraño, puesto que el autor reivindica
en el mismo ser juzgado en términos etnográficos y no sociológicos.
Su método, deudor de la antropología más clásica,
parte de la observación directa de sus personajes, los turistas
reales, para intentar llevar a cabo lo que él describe como una
etnografía de la modernidad. Modernidad que busca la realidad y
la autenticidad en otra parte, en otros periodos históricos y culturales,
y en sociedades más puras y simples, que puedan ofrecer un relato
comprensible sobre el mundo y el otro.
En este sentido, el turista se conforma como una de las figuras más
representativas de este afán, ya que ellos exigen autenticidad.
Están motivados por un deseo de ver la vida como realmente se vive
e incluso de mezclarse con los nativos para impregnarse de esa supuesta
autenticidad. Curioso porque, como sabemos, a los turistas se les critica
por tener una visión superficial de las cosas y se les reprocha
el sentirse satisfechos con las experiencias superficiales de otras gentes
y otros lugares. Más aún, asegura MacCannell, mofarse hoy
en día de los turistas confiere cierta elegancia intelectual por
parte de aquellos que no se consideran turistas, aún siéndolo,
debido a que observan todo del modo en que debería ser observado
por un buen turista.
Pero ¿Qué es ser un buen turista? ¿Cuál es
el proceso mediante el cual una persona se convierte en turista? Y ¿Cuál
es la actitud turística? ¿Qué es lo que convierte
una visita en visita turística? MacCannell define la visita turística
como un ritual moderno, siguiendo así los pasos teóricos
de Durkheim sobre el ritual como acto colectivo y el planteamiento goffmaniano
de concebir la sociedad a través de pequeños rituales seculares,
que se llevan a cabo cara a cara y que necesitan de una negociación
constante por parte de los interactuantes y de una escenificación
y representación precisa.
El método estructural de Lévi-Strauss, la semiótica,
el interaccionismo simbólico o la etnometodología son algunas
de las herramientas que McCannell utiliza para plantear éstas y
otras preguntas en torno a la figura del turista, personaje clave para
entender la sociedad actual y que ha sido excluido durante demasiado tiempo
del ámbito académico por su aparente mediocridad.
ANNA JUAN CANTAVELLA
LOS BIENAVENTURADOS
María Zambrano
Siruela, Madrid, 2004
112 págs., 16,50 euros
En el centenario del nacimiento de María Zambrano
(1904-1991), la editorial Siruela publica Los bienaventurados, un libro
de ensayos que utiliza la poesía como una herramienta filosófica
estrechamente vinculada con la metafísica.
María Zambrano nació en Málaga en 1904 y viajó
por Madrid, Chile, México, La Habana, París, Roma, Grecia,
Suiza, volviendo al mismo lugar, regresando a otros, hasta morir en Madrid
en 1991. De esta manera, Zambrano vivió una especie de autoexilio,
tiempo durante el cual escribe esta obra.
En este libro sostiene que el filósofo nace del "árbol
de la vida", que utiliza metáfora a través de la cual
quiere explicar la diferencia entre el filósofo y el que no lo
es. El que es filósofo parte de este árbol para luego enfrentarse
a un exilio, y así llegar a una incertidumbre vivencial: "la
vida se arrastra desde el comienzo. Se derrama, tiende a irse más
allá, a irse desde la raíz oscura, repitiendo sobre la faz
de la tierra -suelo para lo que se yergue sobre ella- el desparramarse
de las raíces y su laberinto." El filósofo entra en
este laberinto. El que no lo es se limita a observar. La actitud filosófica,
entonces, es lo más parecido a un abandono, a la partida del hijo
pródigo de la casa del padre. El que no lo es permanece dentro
del hogar.
El proceso de formación del filósofo ha sido abordado anteriormente
por muchos otros pensadores. Así pues, María Zambrano se
inscribe a una amplia tradición. Sin embargo, propone una nueva
vía en la que el fin del filósofo es el misticismo a través
de la esperanza, cayendo en una "orexis", que en sus propias
palabras es el apetito sin término.
No obstante, la vía que la autora propone, la esperanza, le hace
caer a veces en un lenguaje un tanto cursi, como por ejemplo, al analizar
la firma de San Juan de la Cruz, tratando de descifrar por medio de ella
su misticismo: "La línea de la firma nace de lo que podría
ser la garganta de este pájaro o la hendidura de la proa navegante,
no nace recta, sino combada, como formando un pecho de paloma el que salen
dos alas o patas que igualmente sugiriesen el cortar las aguas como una
hélice esencial."
Los bienaventurados son entonces seres del silencio que a través
de la palabra inician el laberinto, "salvados de la palabra camino
van de la palabra única, recibida y dada, camino de ser palabra
sólo ellos."
CAROLINA HERNÁNDEZ
BAJO PUERTAS DE FUEGO.
EL NUEVO DESORDEN MUNDIAL
Emilio Lamo de Espinosa
Taurus, Madrid, 2004
205 págs., 15 euros
Emilio Lamo de Espinosa ha escrito uno de los mejores
ensayos de los últimas décadas. Ensayo que tiene la virtud
de nadar a contracorriente del pensamiento único realmente existente
-antiliberal, pacifista y antiamericano- que reina -digo bien, reina-
en la Unión Europea en general y en España en particular.
Lo que, entre otras cosas, muestra y demuestra Emilio Lamo de Espinosa
es lo siguiente: no es verdad que hoy vivamos en un mundo menos seguro
que ayer (¿quién puede añorar el viejo orden mundial
que va de la Paz de Westfalia a la Guerra Fría? ¿quién
puede añorar ese siglo de la megamuerte que fue el xx, regado de
sangre y marcado por las barbaries nazi y comunista?); resulta comprensible
la sobrereacción norteamericana ante la bestialidad terrorista
del 11-M como incomprensible la infrareacción de una vieja e irrelevante
Europa que, incapaz de dotarse de un sistema de seguridad sólido,
no tiene más remedio que confiar en la protección brindada
por el paraguas militar norteamericano; hay razones para entender la intervención
militar en un Irak que, aunque tuviera poco que ver con el terrorismo,
era un Estado genocida que incumplía las resoluciones internacionales;
la ONU es un mal instrumento para gobernar el sistema-mundo en el que
vivimos; no es cierto que la pobreza se haya enseñoreado de nuestro
mundo (consulten por favor, los datos que aporta nuestro autor); y, en
fin, el mundo sólo será gobernable si -a Kant añádale
usted Hobbes- se conjuga la fuerza del Derecho y el derecho de la fuerza
en un marco multipolar.
¿Cuál es el mérito del libro? Me van a permitir que
cite al propio autor: "la tarea del pensamiento es tratar de ir más
allá de los velos ideológicos, de los prejuicios, los estereotipos,
las imágenes heredadas o los clichés. Se trata por lo tanto
de problematizar lo que es obvio, pero también de hacer obvio lo
problemático". Pues en eso, señores, reside el valor
del ensayo de Emilio Lamo de Espinosa.
MIQUEL PORTA PERALES
Narrativa Gallega
O ESPAÑOLISMO LINGÜÍSTICO
Manuel Rodríguez Alonso
Espiral Maior, A Coruña, 2004.
182 págs., 13 euros
Este volumen retoma el tema abierto en 2002 en un artículo
de la revista Tempos Novos, donde el autor analizaba la forma insultante
en que era tratado el gallego en los libros de texto de lengua española.
Ahora, con una perspectiva más amplia, Rodríguez Alonso
repara en la asunción acrítica por parte de periodistas,
intelectuales y tertulianos de ciertos prejuicios defendidos por la Escuela
Lingüística Española que Menéndez Pidal estableciera
a principios del siglo pasado.
Alonso realiza un análisis de los postulados del castellanismo
racista de Menéndez Pidal, en cuyas citas vemos suplantado el rigor
filológico por prejuicios e ideologías. De esta postura
surge la idea de que el castellano es una lengua espontánea tan
propia de Galicia, Euskadi y Cataluña como las autóctonas
de estas comunidades, a partir de la cual se iniciará, en 1925,
el proceso de sustitución de la denominación "lengua
castellana" por "lengua española".
Las ideas de Pidal y su escuela serían asumidas por los intelectuales
castellanistas de la época, como Unamuno y sobre todo Ortega, de
quien se aporta esta cita: "España es una cosa hecha por Castilla,
y hay razones para ir sospechando que, en general, sólo cabezas
castellanas tienen órganos adecuados para percibir el gran problema
de la España integral". Sin embargo, estas teorías
parten de afirmaciones apriorísticas, y nunca se ofrecen datos
objetivos que las justifiquen. Sirva el ejemplo del lingüista Rafael
Lapesa, para quien el castellano "poseía un dinamismo que
le hacía superar los grados en que se detenía la evolución
de otros dialectos (...), el grupo it originado por la transformación
de ct, ult daba la ch castellana (hecho, leche, mucho) cuando los otros
romances hispánicos decían feito/fet, leite/llet, muito."
Con comprensible estupor se pregunta Rodríguez Alonso "¿Por
que es más perfecto decir leche que leite? "
Con todo, lo más grave radicaría en que este discurso ha
sido aceptado de modo acrítico por intelectuales de incuestionable
progresismo en otras materias, como Antonio Muñoz Molina, Javier
Marías, Fernando Savater o Rosa Montero, que ven el monolingüismo
castellano como algo de buen tono, una especie de valor republicano de
igualdad, mientras asocian la defensa de la diversidad lingüística
con el nacionalismo, el atraso, los privilegios, lo tribal.
Esto explica que Savater, quien a menudo publica artículos con
títulos como "Idolatría de la diversidad" (El
País, 1/7/2004), afirme que "en España no hay opresión
lingüística con la excepción de Cataluña, víctima
de excesos nacionalistas".
MOISÉS R. BARCIA
Poesía
TODAS LAS CANCIONES
Javier Krahe
Visor, Madrid, 2003
251 págs., 10 euros
En el año 2001, la joven editorial 400 golpes decidió
iniciar su andadura con un libro que recogiese las canciones del mejor
cantautor de este país. Lo titularon Javier Krahe. Canciones. Poco
después, este proyecto fue recogido en un nuevo libro que habría
de incluir su disco más reciente, Cábalas y cicatrices.
El título esta vez fue Todas las canciones.
Todas las canciones reúne pues el trabajo de más de veinte
años de uno de los únicos artistas a quien el palabro "cantautor"
no le queda ni grande ni ridículo. Inscrito en la tradición
de la canción francesa -no creo que haya muchas dudas de que sus
traducciones de Brassens se acercan mucho más al espíritu
juguetón del autor francés que las de Ibáñez-,
Krahe es un trobador, un analista, un espectador que parece mirar todo
desde fuera para luego recrearlo adentro de sus canciones, es unas veces
un cínico y otras un auténtico encantador de serpientes.
Y las casi cien piezas que conforman este libro, como comprobará
el lector, son una perfecta media prueba de ello. La otra media, señor
lector, deberá usted irla a buscar a sus discos, o todavía
mejor, a sus recitales. En cualquier caso, el libro no desmerece, pues
encierra toda la magia que Krahe despliega luego sobre el escenario.
Las canciones de Javier Krahe, convertidas por un ejercicio de malabarismo
editorial en poemas tras la reedición del libro en una de las más
importantes colecciones de poesía de este país, son también
poemas. Es decir, no hay tal malabarismo, como es cosa común cuando
se invita a un cantante a publicar poemas. Su uso de la ironía,
la métrica y las formas más difíciles de la tradición
poética española, la hiperconciencia con que maneja todos
los significados posibles de cada palabra, la absoluta despreocupación
con que elige los temas que habrán de convertirse en canciones,
y el territorio incierto entre el poema y el relato desde el que los trabaja,
lo convierten en un autor extemporáneo, mucho más vinculado
a Gracián que a otros autores de su generación, y, por supuesto,
de su gremio. Desde el elogio a la pena capital ("La hoguera")
de su primer disco -Valle de lágrimas (1980)- a la reflexión
sobre la geometría y la pintura ("Piero de la Francesca")
del último -Cábalas y cicatrices (2002)-, Javier Krahe,
como todo autor que se precie, ha creado un mundo imaginario desconcertante
construido de paradojas, reflexiones cultistas, aventuras entre costumbristas
y surrealistas de su álter ego Javier Krahe, y un sinfín
de perversiones intelectuales tan ingeniosas como bellas. Éste
es un poemario delicioso hecho a base de canciones.
ROBERT JUAN-CANTAVELLA
El pensamiento extramuros
IRENE RENAU
Se han publicado con algunos meses de diferencia varias
obras dedicadas a o escritas por la filósofa francesa Simone Weil
(1909-1943), cuyas ideas, personalidad y biografía aún ocultan
grandes misterios. La singularidad, el andar por su propio camino, pareció
ser el sino de esta pensadora de origen judío, educada en ambiente
laico, convertida al cristianismo y que jamás quiso bautizarse.
Atenta a las desgracias terribles de su época, se negó a
que su pensamiento estuviera separado del compromiso con la realidad,
como si quisiera rebatir con su ejemplo la frase de Marx: "los filósofos
no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero
de lo que se trata es de transformarlo". Tocada por una fe cristiana
que la invadió a raíz de puntuales contactos con el catolicismo,
la investigación sobre Dios fue cobrando cada vez mayor importancia
en sus escritos. En tiempos de la invasión nazi de Europa y la
guerra, consiguió aunar su ambición espiritual con la resistencia
contra la barbarie. Murió, como es bien conocido, en el exilio
en Inglaterra por insistir en comer solamente lo que a los franceses les
tenía permitido el racionamiento, lo que le agravó una tuberculosis
que no pudo resistir su siempre enfermiza naturaleza.
En El conocimiento sobrenatural, la editorial Trotta ofrece en excelente
edición y traducción unos apuntes que la filósofa
escribió los dos años anteriores a su muerte (1942-1943).
Son literalmente eso: apuntes, notas escritas al vuelo del pensamiento,
para sí, desordenadas e inconexas. No pueden ser una introducción
a Weil (para eso están textos como A la espera de Dios o Pensamientos
desordenados, también en Trotta), pero sí un muy buen complemento
de sus ensayos más elaborados, como el mencionado Pensamientos
desordenados. Constituyen una buena manera de observar cómo discurría
su pensamiento en esos agitados últimos momentos, y cuáles
eran sus inquietudes más intensas: el sufrimiento como vía
de "conocimiento sobrenatural", la humildad como única
actitud aceptable ante la existencia, el modo en que los seres humanos
han de estar expectantes ante Dios ("Sólo Dios merece que
uno se interese en él, y absolutamente nada más", p.
66).
Justo antes de partir a Nueva York (1941-1942), donde escribiría
estos apuntes, Simone Weil entregó a su amigo J. M. Perrin Intuiciones
precristianas, para "dar a otros la posibilidad de entrar en el diálogo"
(prefacio del padre Perrin a A la espera de Dios). En ellos, la filósofa
realiza una lectura profunda de los clásicos griegos (sobre todo
Platón), y da muestras de su gran conocimiento de la filosofía
y la lengua helenas en su comentario de aquellos pasajes que, según
ella, son premoniciones del pensamiento cristiano. Sus conclusiones son
heterodoxas y seguramente no convencerían a muchos estudiosos;
pero lo cierto es que la filósofa no parece tener un interés
especial en seguir el protocolo académico, por ejemplo, no siempre
aduce pruebas textuales exactas ("me parece que la Biblia dice en
alguna parte que…", p. 89). Todo ello, lejos de rebajar la
calidad de la obra, es lo que la hace especial y deliciosa: está
escrita con la vibración del pensamiento en cada una de sus líneas,
fulgura como si se hubiese escrito ayer mismo. Los lectores hallarán
una voz actual con la que dialogar; no siempre estarán de acuerdo
con ella, pero por lo menos esa voz se presta al diálogo, sin sermonear
desde un púlpito.
Uno de esos lectores que sin duda ha dialogado mucho con Simone Weil es
Carmen Revilla, profesora de Filosofía de la Universidad de Barcelona
y una de las mejores conocedoras de la obra de la autora francesa en España.
Revilla reúne en Simone Weil: nombrar la experiencia los artículos
que ha ido publicando durante años en revistas especializadas,
junto con otros textos escritos ad hoc. Resulta interesante por tratarse
de las últimas ideas sobre pensamiento weiliano publicadas en nuestro
país, aunque quizás hubiéramos aprovechado más
lo que la autora podría haber dicho en un ensayo unitario. Muy
distinta es Tres mujeres en tiempos sombríos, de la investigadora
Sylvie Courtine-Denamy, un sugerente aunque difícil intento por
reunir en una sola obra la vida y obra de tres mujeres más o menos
coetáneas: Edith Stein, Hannah Arendt y la propia Simone Weil.
Resulta tentador buscar semejanzas y ciertamente hay algunas que parecen
notables: las tres eran judías, filósofas, Stein y Weil
se convirtieron al cristianismo, las tres sufrieron la persecución
nazi, pero el caso es que no se conocieron más que de lejos y nunca
se trataron. Sus vidas no dejan de estar distanciadas por las abundantes
diferencias que había entre ellas, diferencias que es casi agradable
hallar, para destopificar el título y el enfoque.
Extranjería
CAMUS, LA CONEXIÓN AFRICANA
R. H. Moreno Durán
Norma, Bogotá, 2003
222 págs., 7,40 dólares
Es ésta una novela que encaja a la perfección
con estos tiempos tan dados a los híbridos, a la mezcolanza de
géneros y estilos. R. H. Moreno Durán (Tunja, Colombia,
1946) consigue unir en una misma y fluida narración la novela negra
más clásica, el ensayo biográfico y la novela histórica.
Camus, la conexión africana se sitúa en la convulsa Argelia
previa a la Guerra de la Independencia, con sus partes enfrentadas: los
independentistas árabes y los ultras franceses; y también
con los -pocos- partidarios de un camino intermedio democrático
y pacífico. En esta tercera vía se sitúa el protagonista,
Albert Camus. Mediante una trama de carácter policial, se narran
diversos hechos no del todo claros que le ocurren a Camus, así
como las investigaciones del narrador para desentrañar el caso.
Y, de paso, se nos traza un retrato apasionado del escritor, acaso mitificador
en exceso, y también de la turbulenta y caótica Argel, llena
de elementos peligrosos, oscuros y ambiguos.
La novela pone en evidencia un profundo conocimiento de la vida de Camus
(Lottman, el biógrafo oficial del escritor, aparece como un secundario
más), pero esta obra no deja de ser ficción, y muchos hechos
son cosecha del autor. Todo esto, junto al telón de fondo de una
trama al más puro estilo Hammett o Chandler, la convierten en un
atrevido e interesante experimento literario.
ESDRES JARUCHIK NAVEIRAS
LA ENSEÑANZA DEL DISEÑO
Roberto Rollié y María Branda, Nobuko, Buenos Aires, 2004
163 págs., 20 pesos
Este libro viene avalado por la
universidad de la Plata, la universidad de diseño más importante
de toda Latinoamérica en el estudio y la docencia del diseño
de la mano de Roberto Rollié, auténtico tótem de
esta universidad, recientemente fallecido. Rollié y María
Branda
realizaron durante años cursos y experiencias piloto de la enseñanza
básica del diseño, su historia, su sentido comunicativo
y el sentido primigenio de la disciplina. De esos años de experiencia
nació este libro de pedagogía del diseño que es útil
tanto para el alumno como para el profesor que aborda la enseñanza
de la materia.
La enseñanza del diseño en comunicación visual se
desarrolla en seis acertados capítulos y a partir de una documentación
gráfica muy extensa, coordinada y seleccionada por los diseñadores
Sebastián Corino y Matías Carricaburu. Estos capítulos
conforman un manual indispensable, no como discurso profundo del diseño
gráfico, sino como iniciación al uso. Se repasa la historia
de la tipografía -de Gütenberg a las modalidades de representación
tipográficas más modernas, así como sus usos, entornos
y modelos-, el lenguaje del diseño como concepto de sentido comunicativo
y la delimitación del concepto de género -realista, decorativo,
fantástico, humorístico o trágico-, con un singular
apartado sobre la manipulación y la transformación de la
imagen, base conceptual de una parcela del arte visual moderno.
JULIÁN ONOF
O AMOR NATURAL
Carlos Drummond de Andrade
Editora Record, Río de Janeiro, 2003
139 págs., 22 reais
En 2002 se cumplieron los cien años del nacimiento
del poeta brasileño Drummond de Andrade, cuya obra ha tenido una
gran repercusión en la literatura portuguesa. Drummond ha influido
en la que ya se acepta como una generación de poetas brasileños
que ha dejado de ser sorpresa para convertirse de forma consolidada en
literatura de prestigio. En esta circunstancia, Editora Record comenzó
la reedición de su obra como parte de las conmemoraciones de su
centenario, así como de la edición de los cinco libros que
quedaron inéditos tras su muerte en 1984. Era un poeta de alma
y oficio, de voz templada y limpia, sin demasiadas volteretas lingüísticas,
de una poesía sin más artificio que su propia palabra independiente:
"Los poetas se arman y un poeta desarmado es un ser a merced de inspiraciones
fáciles, dócil a las modas y los compromisos".
O amor natural es uno de estos cinco poemarios inéditos que ven
la luz por primera vez. El libro aborda de forma erótica el placer
y las experiencias carnales del amor, en claves tan sugerentes como "la
carne triste después de hacer el amor", "sexo para morir"
o "cuerpo de mujer, ese retiro". La sensualidad y delicadeza
de su poesía aborda el sentido sexual con nostalgia, como redención
de una vida áspera y abrupta que sólo encuentra su resguardo
en el amor carnal.
JUAN FRANCISCO JIMÉNEZ
|
|