lateral


septiembre 2004
Nº 117

home

 

Estantería

Narrativa Hispánica

UNA VENTANA AL NORTE
Álvaro Pombo
Anagrama, 2004
315 págs., 16,50 euros


En el epílogo de Una ventana al norte, Álvaro Pombo opina que, debido a la desnaturalización que sufren los acontecimientos históricos por el influjo de la ficción, hablar de novela histórica resulta contradictorio. Paradójico o no, en su última novela, ficción e historia no tan sólo comparten una relación armónica, sino que además se requieren en todo momento. Pombo consigue un feed back entre ambas, una simbiosis perfecta gracias a la cual se ensanchan y elevan la dimensión de los acontecimientos y los personajes.
Isabel de la Hoz, la santanderina que, huyendo del entorno burgués, llega a un México azotado por la revolución Cristera, no se podría justificar sin su sentimiento de exclusión y su insaciable afán de participar en la historia, de anular la distancia con el mundo, de involucrarse en la revuelta para superar la alienación, para conseguir una existencia verdadera y "ser ella misma a todo trance". Y su marido, Indalecio, un indiano comprometido con la causa Cristera que atribuye la inesperada actitud de Isabel a un "tardío acné juvenil", opta por cerrar los ojos ante la creciente precariedad de la unión matrimonial y las brechas abiertas por el devenir de unos acontecimientos que escapan de su comprensión y le arrastran sin remedio. Del mismo modo, también es arrastrado Ubaldo Zamacois, el cura que habrá de colgar la sotana y vestirse de paisano, que habrá de ser una persona nueva y sufrir los coletazos de un amor imposible y unas cuantas verdades impronunciables.
Estos personajes son una pequeña muestra de una espléndida obra en la que Pombo, mediante un estilo impecable y una prosa que fluye con una naturalidad casi melódica, logra que el plano histórico y el plano ficciónal interacción en a favor de la mutua trascendencia. Así, el lector asiste a una visión subjetiva y parcial, pero completamente válida, de lo que representó la revolución para los mexicanos y lo que representaron los mexicanos para la revolución. Una visión medio ficticia, medio real, tamizada por unos individuos que evolucionan junto al dinamismo de la colectividad y al compás de unos hechos que traicionan repetidamente sus motivaciones personales. Algunos de ellos serán mártires, otros se pretenderán héroes, habrá inocentes y culpables. Pero su condición no se deducirá de la propiedad de unas decisiones tomadas bajo imperativos que subordinan a la voluntad, sino del veredicto emitido por un juez insobornable: la historia.
ALBERT GRABULOSA

LA MARA
Rafael Ramírez Heredia
Alfaguara, Madrid, 2004.
352 págs., 16,95 euros

Cuenta Rafael Ramírez Heredia (Premio Juan Rulfo en 1984) que, en un principio, estuvo tentado de hacer con todo el material recogido en su investigación de campo un reportaje. Pero ése no era su verdadero deseo; así que emprendió la confección de esta novela, La Mara, tras haber publicado ya Con M de Marilyn (Alfaguara, 1997) y Del trópico (Alfaguara, 2001).
Y qué duda cabe que hizo bien. Porque es en ese terreno entre la realidad y la ficción, en esa corriente magmática de desgracias humanas, de esperanzas rotas, fenómenos sociales y verdades como puños transformadas en ilusión, en artificio novelesco, donde Heredia despliega su auténtica naturaleza de maestro del quehacer literario. Que viene a querer decir su dominio sobre las raíces de la vida y de la creación, entendida ésta como oficio y convertida en un estilo increíblemente sólido y fluido al mismo tiempo, casi palpable, potente. Con todo ello, ha extraído de algo cercano a la crónica, temáticamente próxima a la obra reciente de otros autores centroamericanos como por ejemplo Fernando Vallejo o Castellanos Moya, pero con un pulso mucho más firme, la red de la magia y la fascinación.
En definitiva: ha conseguido construir una entera mitología selvática, limítrofe, con su panteón terrenalísimo de chamanes criminales, funcionarios corruptos y cobardes, prostitutas engañadas y, por encima de todo, ese Más-Allá, ese espejismo brillantísimo y mortal que capitaliza las expectativas de pueblos enteros, la manzana envenenada de la conquista de ese nuevo Oeste que es el Norte, el norte del norte, el de los dólares y el neón, tan lejano y tan salvaje como el de Leone (y sin duda, mucho más podrido).
Ésta no es sólo la historia de la Mara Salvatrucha, de la clica 13. No es sólo el retrato de una horda de adolescentes brutales, tatuados y drogados, adoradores de la Vida Loca, que matan por diversión y por el control del paso entre Guatemala y México, peaje necesario en la peregrinación hacia la otra frontera, la de Tijuana, o sea, hacia el American way of life, y escenario del narcotráfico y el contrabando de armas. Es, también, una honda reflexión, sin concesiones, sobre la frontera (se encuentre donde se encuentre, mientras signifique desigualdad), sobre la migración, sobre los entresijos de la situación latinoamericana y sobre la crueldad del hombre en esta hora de lobos -en este "tiempo del lobo", para decirlo con Haneke- que nos tocó vivir.
SERGIO COLINA MARTÍN

LA CARA HEMBRA DE DIOS
Daniel Alcoba
Minotauro, Barcelona, 2004
419 págs., 19 euros

De narrativa que propone el mundo del futuro tenemos un puñado de ejemplos. En clave de burla del género y con el fantasma del nazismo como intrahistoria: Que se mueran los feos; proposición de un mundo nuevo consecuencia de éste y juego con la metafísica: Blade runner; enlace de los últimos cuarenta años con los más recientes descubrimientos en el campo de la genética y proponiendo con este caldo un plato postcocinado para el siglo XXl: Las partículas elementales.
La cara hembra de Dios incorpora elementos de todos, no se parece a ninguna en especial, ni por el tema, ni por el espacio, ni por la estructura narrativa que nos sirve Alcoba.
La novela se plantea en un futuro relativamente cercano en el que el hombre se funde con la máquina. Un futuro en el que los EEUU siguen siendo los dueños del planeta, y el enemigo a batir los países musulmanes del Oriente Próximo, y por ende todos los musulmanes. Da pie a imaginar una estética de Edad Media del futuro típica en las películas de ciencia ficción post-holocausto nuclear.
Para explicar el caos planetario -caos que por momentos contagia la obra- Alcoba recurre a pasados mitológicos y mezcla ficción y sagradas escrituras, de lo que resulta un híbrido, a ratos original, de la novela más conocida de Philip K Dick y Las mil y una noches. Igual que en el clásico de la literatura árabe, a veces el narrador nos remite a pequeñas historias que luego son recuperadas por la narración. Ello hace que abuse del flash back, y este ir y venir constante ralentiza el curso de la(s) historia(s) y añade un plus de dificultad a la lectura. Las constantes referencias a personajes del pasado y a sagas de familias le obligan a dar demasiadas explicaciones que entorpecen una narración plagada de nombres, animales mitológicos, religiones exóticas de raíz clásica… En fin, todo un universo que quizás, podría haber sido algo más esquemático.
Una novela tan cuidada en los detalles y que deja todos los cabos atados tiene por contra el inconveniente de una lectura a trompicones. Su configuración, algo desordenada, obliga al lector a hacer memoria con regularidad y evidencia una cura de adelgazamiento necesaria: la desmesura desluce el esfuerzo creador. Eso sí, subyace una mirada velada y humorística -tan necesaria- de todo lo que ocurre en Irak y que tristemente tenemos tan presente.
IVAN SERRANO TAPIADOR

Narrativa extranjera

ENSAYO SOBRE LA LUCIDEZ
José Saramago
Trad. de Pilar del Río
Alfaguara, Madrid, 2004
423 págs., 20,50 euros

El nuevo libro del incombustible Premio Nobel portugués tiene en el título la palabra "ensayo", pero se presenta como novela. ¿Qué es? Este comentarista confiesa que le costó encontrarle el género, pero tras darle muchas vueltas ahora ya no tiene dudas: es un auto sacramental. Sí, un auto sacramental, una alegoría moral con personajes y acciones de los que no se dice ni importa más que una cosa: su valor instrumental para representar virtudes y defectos esenciales. El único personaje con peso es el de todos los libros recientes de Saramago: él mismo como conciencia lúcida de una generación nostálgica por algo que nunca existió.
Por supuesto que este auto sacramental no habla de Cristo, la Virgen, el Cielo ni el Infierno de los católicos. Su paraíso es el sueño de la izquierda democrática y participativa, la revolución pacífica del "no" al sistema. El argumento ya está en la contratapa: en la capital sin nombre de un país sin nombre, el 87 por ciento de los electores vota en blanco. El gobierno abandona y sitia la capital, elige a una señora como "responsable" del "accidente" y se dispone a destruirla para restablecer el orden. El plan oficial es maquiavélico y perfecto, y sin embargo, al terminar la lectura parece quedar la duda de que en ese pueblo sin nombre persiste tal vez una semilla de oposición, de independencia, de rebeldía. Y eso es todo.
Como los autos sacramentales de Calderón de la Barca, en este Ensayo los personajes, sin descripción ni atributo salvo el valor canónico que personifican (la lucidez, la valentía ética, la aviesa miseria de la política, el arrepentimiento inútil) realizan las acciones justas -ni un milímetro más - necesarias para que quede claro de qué van. El rebelde se niega a cumplir una orden injusta, el traidor traiciona, el iluminado vuelve a nacer, el confabulador confabula y el lúcido eructa verdades. Pero a diferencia de El gran teatro del mundo y otras obras maestras, este libro (al que le faltó evidentemente un editor o una voz amiga y crítica), este "qué pasaría si…" - que es la premisa típica de casi todos los libros de Saramago - no tiene misterio ni fulgor verbal ni profundidad intelectual.
Y todo sucede con una extraordinaria lentitud. En 423 páginas se cuenta una fábula simple y algo tonta que como mucho, serviría para un artículo de opinión en un diario. Extenderlo de esta manera es abusar de la paciencia de los lectores/creyentes de Saramago.
ROBERTO HERRSCHER

SUTTREE
Cormac McCarthy
Traducción de Pedro Fontana
Mondadori, Barcelona, 2004
562 págs., 25 euros

En algún momento, durante la lectura de esta sórdida novela, al lector se le pasará por la cabeza una idea terrible: si la metáfora del río como vida está fuertemente arraigada en la literatura, la interpretación que McCarty hace de la misma sólo puede llevarnos al infierno, a un infierno espesado con todo tipo de escoria y pestilencias.
¿Qué clase de mente visionaria es capaz de idear unos episodios tan demoledores en unos parajes tan miserables? Y, sobre todo, unos destinos tan estremecedores, más sobrecogedores, si cabe, dada la resignación con que sus portadores los aceptan, como si no cupiera darle importancia a la culpa que les llevó a estrellarse contra el fondo del abismo. Tal vez porque cuando ya no cabe sino sobrevivir, lo único a lo que uno puede dedicarse es a pisar o saltar sin acrobacias sobre la basura, sobre los desperdicios, sobre la violencia. Sobre la mierda que McCarty detalla con una contundencia expresiva asfixiante, midiendo cada palabra, jugándosela en cada palabra, sacando a cada vocablo su máximo peso hasta el punto de conseguir que una voz como "miel", por ejemplo, hieda a lo más podrido. En este sentido, cabe elogiar la traducción de Fontana.
Llega otro momento en que el lector se pregunta si esa forma de vigilar la escritura no responde a un proyecto estético, y la respuesta le devuelve el sabor a gangrena: seguramente, detrás de esta novela de McCarty, uno de los escritores que mejor describen del mundo, se esconda un proyecto poético relacionado con los excrementos y lo marginal, vinculado al odio. Y aquí es cuando debemos regresar al río, por el que desciende la basura arrojada desde una ciudad que aparece al fondo del paisaje, y el lector va dándose cuenta de que ese odio tiene mucho de denuncia, de que esa mente visionaria se corresponde a la de alguien que achaca a las aglomeraciones urbanas la degeneración humana y la suciedad que está invadiendo el paisaje, y, por tanto, la de alguien que añora la inocencia de los espacios naturales. Por fortuna, McCarty también nos ha dado De la frontera (Debate, 1999) para demostrarnos que esta es una apreciación exacta.
La novela nos narra episodios de la vida de Suttree, un hombre que elige vivir como las bestias solitarias, al borde del río, pescando siluros, negándose a trabajar, alcoholizado y que sufre la inquietante dolencia de tener el corazón a la derecha, episodios que exageran los límites de lo humano y que sencillamente suceden, como pasa el agua del río saturada de condones y miasmas.
Suttree es una soberbia novela monstruosa.
RICARDO MARTÍNEZ LLORCA

CONFESIONES DE UN BURGUÉS
Sándor Márai
Trad. Judit Xantos Szanas
Salamandra, Barcelona, 2004
478 págs., 16,80 euros

Podría parecer vanidoso publicar a los 33 años una suerte de memorias. Sin embargo, estas Confesiones de un burgués debieron servir a Sándor Márai (1900-1989) más para precisar su búsqueda vital en su deambular por Europa, que para pontificar sobre sus excelencias personales y literarias. La presente obra fue publicada en dos tomos entre 1934 y 1935. La primera parte del libro está dedicada a su infancia, su familia, su condición burguesa, la génesis de su vocación literaria y los primeros síntomas de su herida moral (que Márai califica de neurótica). Parece como si esas páginas -sin estilo definido, tópicas, aburridas en muchas ocasiones, megalómanas en otras- fueran un adecentamiento de sus juveniles pinitos literarios. Es en la segunda parte, donde Márai narra sus estancias en diferentes ciudades (Frankfurt, Berlín, Paris, Florencia, Damasco...), su relación conyugal, su labor periodística y sus preocupaciones existenciales, cuando se revela como un sutil literato; cuando su estilo se aquilata y se evidencia su talento para describir ambientes o el alma de las personas.
Sin embargo, no encontraremos en el texto detalles relevantes de su época o de personajes célebres con los que sin duda se cruzó. Las bohemias artísticas y literarias de Berlín y París, así como los dramáticos cambios sociales seguidos a la Gran Guerra (incluso la revolución de Bela Khun en Hungría) las vivirá Márais como algo ajeno a su personal empeño: "esa época tan interesante desde el punto de vista histórico no dejó huella en mí". Vivió como un mero espectador aplicándose su propio imperativo de que el escritor imita y observa la vida, pero debe abstenerse de tomar parte en ella. Lo cual no fue óbice para sentir cómo un mundo (los valores del imperio Austro-Húngaro) se desmoronaba, y padecer las angustias e incertezas que ello generaba. Ese malestar societario es el trasfondo que recorre esta obra. Después de varios años de extraterritorialidad y extrañamiento, advierte de pronto que cuando "viaja el alma, el mundo estorba". Decide entonces (1928) volver a Hungría: "un escritor no tiene más patria que su lengua materna". Allí logrará situación y fama con sus novelas (La herencia de Eszter, Divorcio en Buda, El último encuentro, La amante de Bolzano...) hasta que la implantación de un régimen comunista, que prohíbe su obra, le obliga a exiliarse a EEUU en 1948. Olvidado e impotente para escribir de nuevo, se suicidará en 1989.
ALBERTO HERNANDO

Ensayo

EL TURISTA, UNA NUEVA TEORÍA DE LA CLASE OCIOSA
Dean MacCannell
Trad. de Elizabeth Casals
Melusina, Barcelona, 2003
291 páginas, 17,67 euros

¡Todos somos turistas! Ésta es la metáfora central que rige el libro y que MacCannell quiere dejar clara en un texto que, publicado originalmente en 1976, se ha convertido ya en un clásico de la sociología. Extraño, puesto que el autor reivindica en el mismo ser juzgado en términos etnográficos y no sociológicos. Su método, deudor de la antropología más clásica, parte de la observación directa de sus personajes, los turistas reales, para intentar llevar a cabo lo que él describe como una etnografía de la modernidad. Modernidad que busca la realidad y la autenticidad en otra parte, en otros periodos históricos y culturales, y en sociedades más puras y simples, que puedan ofrecer un relato comprensible sobre el mundo y el otro.
En este sentido, el turista se conforma como una de las figuras más representativas de este afán, ya que ellos exigen autenticidad. Están motivados por un deseo de ver la vida como realmente se vive e incluso de mezclarse con los nativos para impregnarse de esa supuesta autenticidad. Curioso porque, como sabemos, a los turistas se les critica por tener una visión superficial de las cosas y se les reprocha el sentirse satisfechos con las experiencias superficiales de otras gentes y otros lugares. Más aún, asegura MacCannell, mofarse hoy en día de los turistas confiere cierta elegancia intelectual por parte de aquellos que no se consideran turistas, aún siéndolo, debido a que observan todo del modo en que debería ser observado por un buen turista.
Pero ¿Qué es ser un buen turista? ¿Cuál es el proceso mediante el cual una persona se convierte en turista? Y ¿Cuál es la actitud turística? ¿Qué es lo que convierte una visita en visita turística? MacCannell define la visita turística como un ritual moderno, siguiendo así los pasos teóricos de Durkheim sobre el ritual como acto colectivo y el planteamiento goffmaniano de concebir la sociedad a través de pequeños rituales seculares, que se llevan a cabo cara a cara y que necesitan de una negociación constante por parte de los interactuantes y de una escenificación y representación precisa.
El método estructural de Lévi-Strauss, la semiótica, el interaccionismo simbólico o la etnometodología son algunas de las herramientas que McCannell utiliza para plantear éstas y otras preguntas en torno a la figura del turista, personaje clave para entender la sociedad actual y que ha sido excluido durante demasiado tiempo del ámbito académico por su aparente mediocridad.
ANNA JUAN CANTAVELLA

LOS BIENAVENTURADOS
María Zambrano
Siruela, Madrid, 2004
112 págs., 16,50 euros

En el centenario del nacimiento de María Zambrano (1904-1991), la editorial Siruela publica Los bienaventurados, un libro de ensayos que utiliza la poesía como una herramienta filosófica estrechamente vinculada con la metafísica.
María Zambrano nació en Málaga en 1904 y viajó por Madrid, Chile, México, La Habana, París, Roma, Grecia, Suiza, volviendo al mismo lugar, regresando a otros, hasta morir en Madrid en 1991. De esta manera, Zambrano vivió una especie de autoexilio, tiempo durante el cual escribe esta obra.
En este libro sostiene que el filósofo nace del "árbol de la vida", que utiliza metáfora a través de la cual quiere explicar la diferencia entre el filósofo y el que no lo es. El que es filósofo parte de este árbol para luego enfrentarse a un exilio, y así llegar a una incertidumbre vivencial: "la vida se arrastra desde el comienzo. Se derrama, tiende a irse más allá, a irse desde la raíz oscura, repitiendo sobre la faz de la tierra -suelo para lo que se yergue sobre ella- el desparramarse de las raíces y su laberinto." El filósofo entra en este laberinto. El que no lo es se limita a observar. La actitud filosófica, entonces, es lo más parecido a un abandono, a la partida del hijo pródigo de la casa del padre. El que no lo es permanece dentro del hogar.
El proceso de formación del filósofo ha sido abordado anteriormente por muchos otros pensadores. Así pues, María Zambrano se inscribe a una amplia tradición. Sin embargo, propone una nueva vía en la que el fin del filósofo es el misticismo a través de la esperanza, cayendo en una "orexis", que en sus propias palabras es el apetito sin término.
No obstante, la vía que la autora propone, la esperanza, le hace caer a veces en un lenguaje un tanto cursi, como por ejemplo, al analizar la firma de San Juan de la Cruz, tratando de descifrar por medio de ella su misticismo: "La línea de la firma nace de lo que podría ser la garganta de este pájaro o la hendidura de la proa navegante, no nace recta, sino combada, como formando un pecho de paloma el que salen dos alas o patas que igualmente sugiriesen el cortar las aguas como una hélice esencial."
Los bienaventurados son entonces seres del silencio que a través de la palabra inician el laberinto, "salvados de la palabra camino van de la palabra única, recibida y dada, camino de ser palabra sólo ellos."
CAROLINA HERNÁNDEZ

BAJO PUERTAS DE FUEGO.
EL NUEVO DESORDEN MUNDIAL
Emilio Lamo de Espinosa
Taurus, Madrid, 2004
205 págs., 15 euros

Emilio Lamo de Espinosa ha escrito uno de los mejores ensayos de los últimas décadas. Ensayo que tiene la virtud de nadar a contracorriente del pensamiento único realmente existente -antiliberal, pacifista y antiamericano- que reina -digo bien, reina- en la Unión Europea en general y en España en particular.
Lo que, entre otras cosas, muestra y demuestra Emilio Lamo de Espinosa es lo siguiente: no es verdad que hoy vivamos en un mundo menos seguro que ayer (¿quién puede añorar el viejo orden mundial que va de la Paz de Westfalia a la Guerra Fría? ¿quién puede añorar ese siglo de la megamuerte que fue el xx, regado de sangre y marcado por las barbaries nazi y comunista?); resulta comprensible la sobrereacción norteamericana ante la bestialidad terrorista del 11-M como incomprensible la infrareacción de una vieja e irrelevante Europa que, incapaz de dotarse de un sistema de seguridad sólido, no tiene más remedio que confiar en la protección brindada por el paraguas militar norteamericano; hay razones para entender la intervención militar en un Irak que, aunque tuviera poco que ver con el terrorismo, era un Estado genocida que incumplía las resoluciones internacionales; la ONU es un mal instrumento para gobernar el sistema-mundo en el que vivimos; no es cierto que la pobreza se haya enseñoreado de nuestro mundo (consulten por favor, los datos que aporta nuestro autor); y, en fin, el mundo sólo será gobernable si -a Kant añádale usted Hobbes- se conjuga la fuerza del Derecho y el derecho de la fuerza en un marco multipolar.
¿Cuál es el mérito del libro? Me van a permitir que cite al propio autor: "la tarea del pensamiento es tratar de ir más allá de los velos ideológicos, de los prejuicios, los estereotipos, las imágenes heredadas o los clichés. Se trata por lo tanto de problematizar lo que es obvio, pero también de hacer obvio lo problemático". Pues en eso, señores, reside el valor del ensayo de Emilio Lamo de Espinosa.
MIQUEL PORTA PERALES


Narrativa Gallega

O ESPAÑOLISMO LINGÜÍSTICO
Manuel Rodríguez Alonso
Espiral Maior, A Coruña, 2004.
182 págs., 13 euros

Este volumen retoma el tema abierto en 2002 en un artículo de la revista Tempos Novos, donde el autor analizaba la forma insultante en que era tratado el gallego en los libros de texto de lengua española. Ahora, con una perspectiva más amplia, Rodríguez Alonso repara en la asunción acrítica por parte de periodistas, intelectuales y tertulianos de ciertos prejuicios defendidos por la Escuela Lingüística Española que Menéndez Pidal estableciera a principios del siglo pasado.
Alonso realiza un análisis de los postulados del castellanismo racista de Menéndez Pidal, en cuyas citas vemos suplantado el rigor filológico por prejuicios e ideologías. De esta postura surge la idea de que el castellano es una lengua espontánea tan propia de Galicia, Euskadi y Cataluña como las autóctonas de estas comunidades, a partir de la cual se iniciará, en 1925, el proceso de sustitución de la denominación "lengua castellana" por "lengua española".
Las ideas de Pidal y su escuela serían asumidas por los intelectuales castellanistas de la época, como Unamuno y sobre todo Ortega, de quien se aporta esta cita: "España es una cosa hecha por Castilla, y hay razones para ir sospechando que, en general, sólo cabezas castellanas tienen órganos adecuados para percibir el gran problema de la España integral". Sin embargo, estas teorías parten de afirmaciones apriorísticas, y nunca se ofrecen datos objetivos que las justifiquen. Sirva el ejemplo del lingüista Rafael Lapesa, para quien el castellano "poseía un dinamismo que le hacía superar los grados en que se detenía la evolución de otros dialectos (...), el grupo it originado por la transformación de ct, ult daba la ch castellana (hecho, leche, mucho) cuando los otros romances hispánicos decían feito/fet, leite/llet, muito." Con comprensible estupor se pregunta Rodríguez Alonso "¿Por que es más perfecto decir leche que leite? "
Con todo, lo más grave radicaría en que este discurso ha sido aceptado de modo acrítico por intelectuales de incuestionable progresismo en otras materias, como Antonio Muñoz Molina, Javier Marías, Fernando Savater o Rosa Montero, que ven el monolingüismo castellano como algo de buen tono, una especie de valor republicano de igualdad, mientras asocian la defensa de la diversidad lingüística con el nacionalismo, el atraso, los privilegios, lo tribal.
Esto explica que Savater, quien a menudo publica artículos con títulos como "Idolatría de la diversidad" (El País, 1/7/2004), afirme que "en España no hay opresión lingüística con la excepción de Cataluña, víctima de excesos nacionalistas".
MOISÉS R. BARCIA


Poesía

TODAS LAS CANCIONES
Javier Krahe
Visor, Madrid, 2003
251 págs., 10 euros

En el año 2001, la joven editorial 400 golpes decidió iniciar su andadura con un libro que recogiese las canciones del mejor cantautor de este país. Lo titularon Javier Krahe. Canciones. Poco después, este proyecto fue recogido en un nuevo libro que habría de incluir su disco más reciente, Cábalas y cicatrices. El título esta vez fue Todas las canciones.
Todas las canciones reúne pues el trabajo de más de veinte años de uno de los únicos artistas a quien el palabro "cantautor" no le queda ni grande ni ridículo. Inscrito en la tradición de la canción francesa -no creo que haya muchas dudas de que sus traducciones de Brassens se acercan mucho más al espíritu juguetón del autor francés que las de Ibáñez-, Krahe es un trobador, un analista, un espectador que parece mirar todo desde fuera para luego recrearlo adentro de sus canciones, es unas veces un cínico y otras un auténtico encantador de serpientes. Y las casi cien piezas que conforman este libro, como comprobará el lector, son una perfecta media prueba de ello. La otra media, señor lector, deberá usted irla a buscar a sus discos, o todavía mejor, a sus recitales. En cualquier caso, el libro no desmerece, pues encierra toda la magia que Krahe despliega luego sobre el escenario.
Las canciones de Javier Krahe, convertidas por un ejercicio de malabarismo editorial en poemas tras la reedición del libro en una de las más importantes colecciones de poesía de este país, son también poemas. Es decir, no hay tal malabarismo, como es cosa común cuando se invita a un cantante a publicar poemas. Su uso de la ironía, la métrica y las formas más difíciles de la tradición poética española, la hiperconciencia con que maneja todos los significados posibles de cada palabra, la absoluta despreocupación con que elige los temas que habrán de convertirse en canciones, y el territorio incierto entre el poema y el relato desde el que los trabaja, lo convierten en un autor extemporáneo, mucho más vinculado a Gracián que a otros autores de su generación, y, por supuesto, de su gremio. Desde el elogio a la pena capital ("La hoguera") de su primer disco -Valle de lágrimas (1980)- a la reflexión sobre la geometría y la pintura ("Piero de la Francesca") del último -Cábalas y cicatrices (2002)-, Javier Krahe, como todo autor que se precie, ha creado un mundo imaginario desconcertante construido de paradojas, reflexiones cultistas, aventuras entre costumbristas y surrealistas de su álter ego Javier Krahe, y un sinfín de perversiones intelectuales tan ingeniosas como bellas. Éste es un poemario delicioso hecho a base de canciones.
ROBERT JUAN-CANTAVELLA

El pensamiento extramuros
IRENE RENAU

Se han publicado con algunos meses de diferencia varias obras dedicadas a o escritas por la filósofa francesa Simone Weil (1909-1943), cuyas ideas, personalidad y biografía aún ocultan grandes misterios. La singularidad, el andar por su propio camino, pareció ser el sino de esta pensadora de origen judío, educada en ambiente laico, convertida al cristianismo y que jamás quiso bautizarse. Atenta a las desgracias terribles de su época, se negó a que su pensamiento estuviera separado del compromiso con la realidad, como si quisiera rebatir con su ejemplo la frase de Marx: "los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo". Tocada por una fe cristiana que la invadió a raíz de puntuales contactos con el catolicismo, la investigación sobre Dios fue cobrando cada vez mayor importancia en sus escritos. En tiempos de la invasión nazi de Europa y la guerra, consiguió aunar su ambición espiritual con la resistencia contra la barbarie. Murió, como es bien conocido, en el exilio en Inglaterra por insistir en comer solamente lo que a los franceses les tenía permitido el racionamiento, lo que le agravó una tuberculosis que no pudo resistir su siempre enfermiza naturaleza.
En El conocimiento sobrenatural, la editorial Trotta ofrece en excelente edición y traducción unos apuntes que la filósofa escribió los dos años anteriores a su muerte (1942-1943). Son literalmente eso: apuntes, notas escritas al vuelo del pensamiento, para sí, desordenadas e inconexas. No pueden ser una introducción a Weil (para eso están textos como A la espera de Dios o Pensamientos desordenados, también en Trotta), pero sí un muy buen complemento de sus ensayos más elaborados, como el mencionado Pensamientos desordenados. Constituyen una buena manera de observar cómo discurría su pensamiento en esos agitados últimos momentos, y cuáles eran sus inquietudes más intensas: el sufrimiento como vía de "conocimiento sobrenatural", la humildad como única actitud aceptable ante la existencia, el modo en que los seres humanos han de estar expectantes ante Dios ("Sólo Dios merece que uno se interese en él, y absolutamente nada más", p. 66).
Justo antes de partir a Nueva York (1941-1942), donde escribiría estos apuntes, Simone Weil entregó a su amigo J. M. Perrin Intuiciones precristianas, para "dar a otros la posibilidad de entrar en el diálogo" (prefacio del padre Perrin a A la espera de Dios). En ellos, la filósofa realiza una lectura profunda de los clásicos griegos (sobre todo Platón), y da muestras de su gran conocimiento de la filosofía y la lengua helenas en su comentario de aquellos pasajes que, según ella, son premoniciones del pensamiento cristiano. Sus conclusiones son heterodoxas y seguramente no convencerían a muchos estudiosos; pero lo cierto es que la filósofa no parece tener un interés especial en seguir el protocolo académico, por ejemplo, no siempre aduce pruebas textuales exactas ("me parece que la Biblia dice en alguna parte que…", p. 89). Todo ello, lejos de rebajar la calidad de la obra, es lo que la hace especial y deliciosa: está escrita con la vibración del pensamiento en cada una de sus líneas, fulgura como si se hubiese escrito ayer mismo. Los lectores hallarán una voz actual con la que dialogar; no siempre estarán de acuerdo con ella, pero por lo menos esa voz se presta al diálogo, sin sermonear desde un púlpito.
Uno de esos lectores que sin duda ha dialogado mucho con Simone Weil es Carmen Revilla, profesora de Filosofía de la Universidad de Barcelona y una de las mejores conocedoras de la obra de la autora francesa en España. Revilla reúne en Simone Weil: nombrar la experiencia los artículos que ha ido publicando durante años en revistas especializadas, junto con otros textos escritos ad hoc. Resulta interesante por tratarse de las últimas ideas sobre pensamiento weiliano publicadas en nuestro país, aunque quizás hubiéramos aprovechado más lo que la autora podría haber dicho en un ensayo unitario. Muy distinta es Tres mujeres en tiempos sombríos, de la investigadora Sylvie Courtine-Denamy, un sugerente aunque difícil intento por reunir en una sola obra la vida y obra de tres mujeres más o menos coetáneas: Edith Stein, Hannah Arendt y la propia Simone Weil. Resulta tentador buscar semejanzas y ciertamente hay algunas que parecen notables: las tres eran judías, filósofas, Stein y Weil se convirtieron al cristianismo, las tres sufrieron la persecución nazi, pero el caso es que no se conocieron más que de lejos y nunca se trataron. Sus vidas no dejan de estar distanciadas por las abundantes diferencias que había entre ellas, diferencias que es casi agradable hallar, para destopificar el título y el enfoque.

Extranjería

CAMUS, LA CONEXIÓN AFRICANA
R. H. Moreno Durán
Norma, Bogotá, 2003
222 págs., 7,40 dólares

Es ésta una novela que encaja a la perfección con estos tiempos tan dados a los híbridos, a la mezcolanza de géneros y estilos. R. H. Moreno Durán (Tunja, Colombia, 1946) consigue unir en una misma y fluida narración la novela negra más clásica, el ensayo biográfico y la novela histórica.
Camus, la conexión africana se sitúa en la convulsa Argelia previa a la Guerra de la Independencia, con sus partes enfrentadas: los independentistas árabes y los ultras franceses; y también con los -pocos- partidarios de un camino intermedio democrático y pacífico. En esta tercera vía se sitúa el protagonista, Albert Camus. Mediante una trama de carácter policial, se narran diversos hechos no del todo claros que le ocurren a Camus, así como las investigaciones del narrador para desentrañar el caso. Y, de paso, se nos traza un retrato apasionado del escritor, acaso mitificador en exceso, y también de la turbulenta y caótica Argel, llena de elementos peligrosos, oscuros y ambiguos.
La novela pone en evidencia un profundo conocimiento de la vida de Camus (Lottman, el biógrafo oficial del escritor, aparece como un secundario más), pero esta obra no deja de ser ficción, y muchos hechos son cosecha del autor. Todo esto, junto al telón de fondo de una trama al más puro estilo Hammett o Chandler, la convierten en un atrevido e interesante experimento literario.
ESDRES JARUCHIK NAVEIRAS


LA ENSEÑANZA DEL DISEÑO
Roberto Rollié y María Branda, Nobuko, Buenos Aires, 2004
163 págs., 20 pesos

Este libro viene avalado por la universidad de la Plata, la universidad de diseño más importante de toda Latinoamérica en el estudio y la docencia del diseño de la mano de Roberto Rollié, auténtico tótem de esta universidad, recientemente fallecido. Rollié y María Branda
realizaron durante años cursos y experiencias piloto de la enseñanza básica del diseño, su historia, su sentido comunicativo y el sentido primigenio de la disciplina. De esos años de experiencia nació este libro de pedagogía del diseño que es útil tanto para el alumno como para el profesor que aborda la enseñanza de la materia.
La enseñanza del diseño en comunicación visual se desarrolla en seis acertados capítulos y a partir de una documentación gráfica muy extensa, coordinada y seleccionada por los diseñadores Sebastián Corino y Matías Carricaburu. Estos capítulos conforman un manual indispensable, no como discurso profundo del diseño gráfico, sino como iniciación al uso. Se repasa la historia de la tipografía -de Gütenberg a las modalidades de representación tipográficas más modernas, así como sus usos, entornos y modelos-, el lenguaje del diseño como concepto de sentido comunicativo y la delimitación del concepto de género -realista, decorativo, fantástico, humorístico o trágico-, con un singular apartado sobre la manipulación y la transformación de la imagen, base conceptual de una parcela del arte visual moderno.
JULIÁN ONOF

O AMOR NATURAL
Carlos Drummond de Andrade
Editora Record, Río de Janeiro, 2003
139 págs., 22 reais

En 2002 se cumplieron los cien años del nacimiento del poeta brasileño Drummond de Andrade, cuya obra ha tenido una gran repercusión en la literatura portuguesa. Drummond ha influido en la que ya se acepta como una generación de poetas brasileños que ha dejado de ser sorpresa para convertirse de forma consolidada en literatura de prestigio. En esta circunstancia, Editora Record comenzó la reedición de su obra como parte de las conmemoraciones de su centenario, así como de la edición de los cinco libros que quedaron inéditos tras su muerte en 1984. Era un poeta de alma y oficio, de voz templada y limpia, sin demasiadas volteretas lingüísticas, de una poesía sin más artificio que su propia palabra independiente: "Los poetas se arman y un poeta desarmado es un ser a merced de inspiraciones fáciles, dócil a las modas y los compromisos".
O amor natural es uno de estos cinco poemarios inéditos que ven la luz por primera vez. El libro aborda de forma erótica el placer y las experiencias carnales del amor, en claves tan sugerentes como "la carne triste después de hacer el amor", "sexo para morir" o "cuerpo de mujer, ese retiro". La sensualidad y delicadeza de su poesía aborda el sentido sexual con nostalgia, como redención de una vida áspera y abrupta que sólo encuentra su resguardo en el amor carnal.
JUAN FRANCISCO JIMÉNEZ