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marzo 2001
Nº 75

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La caja de música
JUAN JOSÉ MILLÁS

Para sobrevivir en tanto que medio de comunicación, el periódico ha debido corregirse infinitamente, y deberá sin duda seguir haciéndolo frente a la embestida de las nuevas tecnologías. En todo este proceso ¿qué lugar queda para la mirada humana y el cuidado en la escritura? El autor pronunció estas palabras al recibir el premio de periodismo Mariano de Cavia.

En 1918 Josep Pla escribía en El cuaderno gris: "A las generaciones futuras les parecerá extraño que una de las causas del éxito inicial del Glosari de Eugenio D'Ors en este país fuese el hecho de que Xènius ha sido el primer escritor de la renaixença que manejó con naturalidad o, al menos, con una naturalidad relativa, en diarios de cinco céntimos, alguna que otra idea gratuita; quiero decir desprovista de utilidad práctica inmediata. Fue un deslumbramiento".

Al poco de que el escritor ampurdanés hiciera esta reflexión, fue instituido el premio Mariano de Cavia en cuyas bases se dice expresamente que pretende estimular el periodismo bien escrito, quizá, añado yo, el periodismo apoyado en "ideas gratuitas manejadas con cierta naturalidad". Algunos llaman a eso periodismo literario, como para diferenciarlo del periodismo hecho a pie de obra, con una mano en el suceso y otra en la máquina de escribir. Creo que es un error. Todo periodismo es literario en la medida en la que el periódico no es la realidad, sino una representación de la realidad, y por lo tanto opera sobre ella, sobre la realidad, con herramientas que podemos encontrar en cualquier libro de preceptiva literaria, desde la metonimia a la sinécdoque, pasando desde luego por la metáfora, la condensación o la elipsis.

Siempre que tengo la oportunidad de encontrarme con estudiantes de periodismo trato de hacerles comprender que su trabajo es fundamentalmente literario, no ya cuando escriben un reportaje, cuya primera obligación es ser un buen relato, sino incluso cuando han de cubrir la información menos interesante que quepa imaginar, pongamos una rueda de prensa de la Asociación de los Amigos de la Capa o la reunión anual de los Partidarios del Plasma Sanguíneo, que quizá sean los mismos. El periodista no puede contar todo lo que ve ni todo lo que oye en la reunión o en la rueda de prensa, pues para ello necesitaría disponer del periódico entero, y quizá no le bastara. Lo más probable, por otra parte, es que el redactor jefe le haya dado quince líneas. Entre todos los estímulos que recibe, pues, tiene que hacer una selección quizá del 3 o el 4%, el 5 en el mejor de los casos. ¿Con qué criterio seleccionará? Con el de rescatar lógicamente aquello que resulte más significativo. Otra cosa es que acierte o no, que sepa o no qué selecciona, pero ya que ha de hacerlo lo deseable es que sea consciente de ello, pues de este modo se preocupará de educar su capacidad asociativa.

(fragmento)